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cine

fresh, (Fresh, Boaz Yakin, 1993), Iniciativa socialista, abril de 1995
Ignacio Castro Rey, Madrid, febrero de 1995.



         Esta película tiene sus héroes en una infancia arrojada a la calle, casi sin paternidad, pero que por eso mismo es una de las esperanzas de la raza. Drogas y cole: Michael ("Fresh") es un mensajero que cumple su cometido llevando droga, amparado en su aparente inocencia. Un niño reservado, inteligente, audaz, madurado prematuramente a golpes, pero en quien la gente confía. Serio, siempre con la mochila escolar a cuestas, todavía se avergüenza si llega tarde a clase. Querido por todos, presionado por todos, y sin embargo solo, esconde su dinero en un paraje apartado para algún día poder escapar de ese infierno. Mientras tanto, en esa jungla hay aún tiempo para el amor, para mirar y hablar con Rosie que, como él, apenas conoce a sus padres. Con ella habla a veces de la evasión. Rosie: "Tú nunca tendrás un millón". Michael: "Lo conseguiré. Algún día será mío".

         La vía del tren, que de vez en cuando aparece sobrepuesta con un fondo de traqueteo ferroviario, es un símbolo constante de esa soñada evasión. Las vías son también el lugar donde Fresh esconde su dinero, donde se refugia a pensar lejos de la ley de la selva. Michael y su amigo Chukie van a menudo a esas afueras, un lugar solitario desde donde pueden ver toda la ciudad, de lejos, sin ruido. "A veces cuando estoy rodeado de gente me siento muy solo... Cuanta más gente te rodea más solo te sientes". Desde ahí, desde la lejanía y el silencio, se recrea una y otra vez la huida. Michael: "Tengo un sueño". Chukie: ¿"Qué pasa en él? Michael: "Nada, pero se repite. Eso es todo." Ese sueño de otro mundo, paraíso de una infancia abandonada por los adultos, servirá de palanca para el escape. Ya desde el comienzo, la infancia de los protagonistas es la señal de un futuro que puede ser distinto, de una integridad que duerme bajo ese paisaje de casas arruinadas, coches arruinados, seres humanos arruinados. Tras una raza que se desprecia a sí misma: "negratas", "mono africano", "hijo de puta", "negros de mierda". Esta película no se ocupa en denunciar el racismo externo, blanco. Trata de prostitutas que se acostarían con niños a cambio de su ración de droga.

         Los gestos escénicos, el argot de una raza espectacular, devorada por el papel exótico que la sociedad les ha concedido: la música, el delito, el deporte. Políticamente más ambigua que los trabajos de un Mario Pebbles, Fresh es sin embargo militante en el punto que afecta a la corrupción interna de los negros. A su manera imperfecta, el padre de Michael representa la conciencia política de los "afroamericanos". Quiere y enseña a su hijo: Michael: "Si me vieras más...". El padre: "Pero no me ves, así que confórmate con lo que te enseño. Conmigo no te tires el rollo de tío duro de barrio". "¿Juegas en el equipo del cole? ¿Crees que lo demás no importa con tal de que tú te salves, no?".

         El padre vive míseramente, pero a su manera es un rey. En parte porque se adivina en él un rencor, todo el odio de su pueblo ("Si le marco el tiempo a Bobby Fisher, a ese cabrón, me lo como vivo"). El padre ha tenido una vida dura y teme por su hijo Michael ( "¡No hables conmigo así, de sobra sabes lo que significa llamarle a alguien "negrata!"). Está incluso celoso del éxito final de su hijo, que le parece que le convertirá en un traidor y le ignorará incluso a él. Sólo cuando le ve finalmente llorar comprende que ha estado aguantándose, que es hijo de su sangre, un niño educado por él.

         Michael apenas habla, sumido casi siempre en el asco y el cansancio. Pasea la mirada triste de su tez africana hacia la ciudad que atardece a lo lejos, hacia sus hermanos de raza acostados en el metro, borrachos en las calles. Querido por casi todos, debido a su extraña seriedad, pero solo, siempre atónito ante lo que le rodea, ante esa vida implacable con peleas de hombres, peleas de perros. Y después de la muerte, volver al juego. Con un padre sabio que le habla duramente a su hijo para que aprenda, desde una partida que libra durante 20 años contra sí mismo. Michael: "Pues estás perdiendo". El padre: "La vida es así de perra". El ajedrez (contra reloj, como las vidas norteamericanas) aparece como un símbolo de las reglas secretas que rigen la vida de los hombres. Ya sólo por esto, Fresh no es pesimista, pues presupone una combinatoria secreta que se puede descifrar.

         Ciertamente, no todo es corrupción. El padre de Michael, que bebe, es un maestro en la vida y el ajedrez, manteniendo la lucidez de una geometría escondida que rige la vida de los hombres. La tía Francis, madre adoptiva para un montón de sobrinos abandonados. Después, el policía blanco que comprende, la maestra que grita y enseña. Y sobre todo la hermana de Michael, Nicole, una reina negra elegante y misteriosa, viviendo en una especie de melancólico exilio, a quien Michael ama en silencio. Por ella, proyección de su propio sueño de limpieza en medio de esa abyección, Michael emprenderá una mortal partida de ajedrez contra el crimen del cual él mismo es parte.

         Aunque fuese mentira, preferimos que se pinte así la áspera realidad de un pueblo, así, con una posibilidad lejana de redención que depende de las condiciones internas. Posibilidad punteada ya por el minimalismo intermitente de una música de Stewart Copeland (antiguo batería de Police), brillante y extrañamente lírica, que parece señalar el vuelo que está cerca de cualquier humano, incluso en la miseria.

         La cara triste de Fresh pone un poco de distancia y perspectiva en todo este horror. Esa distancia es la que le permite ver la partida desde arriba. A pesar de todo, Michael intenta no perder el tren de la vida normal, mayoritaria, no sumergida: ahorra dinero, come en su casa, está en el cole cuando se le busca. Sobre todo, aún puede querer a alguien. Por eso todos los gángsteres le aprecian: le encuentran a horas fijas en sitios tan decentes como la casa o el cole, lo cual es además una coartada perfecta para sus manejos.

         Más tarde Rosie muere acribillada. Y después de esa tragedia, a diferencia de otros niños, Michael intenta definitivamente crecer, hacerse un hombre (asombrando a su hermana Nicole, que no creía en él) en lucha a muerte con los mayores que le rodean. Siguiendo el ejemplo del padre, entabla una partida contra sí mismo y contra los hombres que les cercan. Y no duda en usar a su hermana, a su amigo Chukie, para salir de esa trampa. Antes mata a su querido perro para apartarlo de la crueldad que le rodea, manifestando la misma piedad con los hombres y con los animales, hermanados de hecho en esa lucha sin cuartel. Pero Michael utiliza a fondo la violencia para huir, no para ser el rey de esa miseria.

         Fresh no se facilita demasiado las cosas. Para empezar, se desarrolla en una violencia sin buenos integrales ni malos integrales, con una intrincada mezcla (como en el ajedrez) de los dos lados. Salvo el brutal Jake, el resto de los personajes, incluidos los traficantes Corkie y Esteban, son moralmente ambiguos. Cosa que ya sabíamos por los políticos legales que rigen cualquier ciudad blanca. Los gángsteres portan armas, llegado el caso matan, pero luchan día a día por salir adelante, tratan bien a los suyos y tienen una especie de código, que incluye saber apreciar a Michael. Quien puede llegar también a ser implacable: utiliza sin pestañear la mentira, utiliza a su hermana y a su amigo, que muere, come chocolatinas mientras contempla la matanza provocada por él mismo. Para liberarse, está decidido a utilizar el peor horror contra la violencia. Sin embargo, llora después de la batalla, desorientando a su padre y demostrando que sigue siendo un niño.

         La música, la mirada doliente y silenciosa de Michael, prometía una constancia en la voluntad de liberación. Pero en Fresh los blancos no son el problema, sino una raza negra corrompida por dentro, hundida en el autodesprecio. Por eso Michael ha de utilizar a los negros contra los negros, sin caer en fáciles maniqueísmos. El director de esta cinta, sin rápidas soluciones "radicales", pone el problema de los negros norteamericanos en una crisis de conciencia. Además, quizá con una preocupación tan metafísica como "política", quiere descender a la raíz de la violencia. Como South Central, por ejemplo, se trata en resumen de una película finalmente edificante. En definitiva, sólo una película, difícil de comparar con la realidad. ¿Pero, qué es la realidad? Ficción por ficción, preferimos ésta, que al menos deja una salida.