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el presente

el espíritu de Bolonia, El viejo topo, nº 258-259, Barcelona, verano de 2009.

"La realidad es hostil con los que detentan el poder".
John Berger


      
La declaración de Bolonia de 1999 abrió un "proceso de convergencia" que tenía como objetivos facilitar el intercambio de titulados y adaptar el contenido de los estudios universitarios a las demandas sociales, conduciendo a la creación del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Ahora bien, a despecho de tanto maestro pensador, nada del asunto de Bolonia puede entenderse sin aludir a la hipótesis de una victoria en toda regla del Norte. Hablo de un plan de enfriamiento regional, del desembarco en el corazón europeo de una insularización angloamericana, ante la común existencia mortal, sin la cual no se puede diagnosticar la actual anemia que nos anima. Bolonia quiere dejar atrás, en esta Europa homogeneizada, el atraso de una existencia que nos sigue educando. La subordinación del antiguo campus universitario a las exigencias del mercado es sólo una consecuencia óntica de aquella servidumbre ontológica. Insistiré además en una especie de "síndrome de Estocolmo", de colaboracionismo con el ocupante. Rendición por la cual una Francia, la de la eficacia pragmática, ha arrasado a la otra, la del pulso en las venas, en el pensamiento y en la calle; una Alemania a la otra, una Italia a la otra[1].       

Sin captar la penetración en estas naciones de la nueva promesa del aislamiento de cada vida -las últimas tecnologías no son neutrales en este proceso, como tampoco la obscenidad de la comunicación de masas- nada se captará de la mutilación que está en curso. El triunfo en toda línea del inglés como lengua de comunicación intereuropea, en este espacio simbolizado por la banderita de estrellas que giran en un fondo azulado, sólo es un síntoma externo de tal infiltración. ¿Qué nación, qué cultura o acontecimiento podría salvarnos de esta liquidación sonriente, de esta deconstrucción que odia cualquier intensidad real? ¿La crisis? Pero ésta es algo preocupantemente interno.... y es de temer que no haya fuerza interna que pueda pararnos. ¿Rusia, tan europea, tan cercana a otra Alemania? ¿China, el Islam, otra "América"? Veremos, veremos[2].       

En España es difícil que algo sea peor que el actual estado de cosas, con esta Universidad convertida en el reino del particularismo y con una casta profesoral que con excesiva frecuencia sólo profesa el apego al cargo. El panorama universitario español nos recuerda a la caricatura -posiblemente injusta- que siempre hemos hecho de la Escolástica, regida por un hábito de inercia -valga la redundancia- que en nada se parece a un pretendido "hábito de investigación", que además sería una contradicción en el lenguaje. En ese ambiente cerrado, la idea de asaltar el coto universitario con el dinamismo de la sociedad, de adaptar el contenido de los estudios universitarios a las demandas sociales y abrirlo por los cuatro costados, podría sonar muy bien. Sin embargo, no parece que el Plan -que tal vez no está explícito casi en ningún lado porque es latente en el cuerpo social entero- sea otra cosa que una metamorfosis mercantil de lo peor que tiene la estatalidad universitaria. Veamos.       

Con una dosis de crueldad aproximadamente analógica -análoga a una existencia que educa con su íntima dureza-, les enumero veinte aspectos, con su correspondiente corolario pedagógico, de esta solución a la cultura universitaria europea que hoy se llama Bolonia. Exagero adrede, no sólo por afán didáctico:


1 ¿Alumnos? A simple vista, Bolonia no representa otra cosa que la penetración del control en todas las esquinas de la vida cotidiana, acabando con los ángulos muertos de una libertad no vigilada, con todos los meandros de una posible deriva silvestre del saber y los individuos. Los estudiantes se quejan, con razón, de algunos detalles que han llegado a conocer, a pesar de todas las trabas a la información. Bolonia vale para los que vayan a "viajar" mucho, los nuevos estudios politécnicos y algunos títulos -Audiovisuales, Comunicación, Periodismo, Traducción e Interpretación-, no tanto para las carreras "clásicas" de unos profesionales que se vayan a establecer en una localidad fija. Además, como las horas presenciales serán contabilizadas -nadie tiene fe en la pasión que despierten los futuros contenidos-, los estudiantes no podrán trabajar al mismo tiempo, tendrán que tomarse la carrera de modo exclusivo, al pie de la letra. Lo cual significa un mayor control, un poco humillante, con restricciones a la libertad de movimientos. Como si fueran adolescentes que van al cole, Bolonia encarna el adiós a los estudios por libre, con un cierto afán autodidacta. Siguiendo el modelo del estatismo continuo aliado con la privatización, el famoso menú de estudios "a la carta" significa en realidad una dirección minuciosa pegada a los talones del futuro estudiante, que ve el fin de su independencia de antaño en este estricto cuerpo a cuerpo. La famosa "movilidad" que introduce el plan de Bolonia es congelante, quiero decir, debe fijar sujetos y objetos, acabando con el vagabundeo, con el libre errar, incierto y no localizado, que ahora se consiente sólo a los marginales. El EEES sólo pretende ampliar, hacer "superior" el espacio de encierro en el que se moverá la futura elite, garantizando que ningún humo de exterioridad le contamine. En otras palabras, haciendo un chiste de dudoso gusto, ampliar la prohibición de "fumar" exterioridad: el césped y el apartamento, son parte de las aulas informatizadas. El exterior y el humo deben quedar para la masa de turcos o marroquíes que se ocupen de las tareas sin cualificar, no "universitarias".


2 Tiempo. Un diferido global que impida el directo, que nos salve de la irregular real, de la gravedad espacial y sus traumas, escena primitiva de cualquier saber y de cualquier independencia. Se quiere poner en pie una Universidad de infinitos interiores. La hierba del campus, los árboles en fila, el trabajo en el apartamento deben ser parte de ella. ¿Milimetrar el tiempo para coagular el espacio, para hacerlo regular y disponible? La evaluación en los eurocréditos de las horas calculadas de trabajo en casa no deja de representar esta invasión de la vida cotidiana por el poder, público y privado[3]. El nuevo poder del Mercado sólo representa la flexibilización del Estado, que tan bien conocemos en otros terrenos. Te cobrarán por las horas que tú pasas en casa trabajando a solas, por cubrir -la cobertura sigue siendo una palabra clave- tu soledad, controlarla, evaluarla, rentabilizarla. Tener que pagar para poder hacer los deberes en casa responde a la idea de un sensor que penetra en el tejido de la vida. Este sistema de eurocréditos a base de horas no-presenciales reguladas, cuantificadas, revela uno de nuestras soluciones integrales: aislar limpiamente -cada uno en su casa- para comunicar. La comunicación virtual se alimenta del fin de la comunidad real. Estamos en el campo de un pleno empleo del tiempo, de una vigilancia sin vigilantes. Te cobran en realidad por ocupar tu espacio con el tiempo social, por quitarte responsabilidad y controlar que te vigiles a ti mismo. Una ola de frío bajo dígitos y pantallas, insisto, una geometría variable donde se pierde el calor espontáneo de la experiencia y la palabra, por más que los cristales de hielo estén digitalmente activados. Para tener pretensiones globales, un enfriamiento ha de ser dinámico, flexible, inyectando anfetaminas en el tejido muerto.


3 Juvenil. La infantilización de los mayores sigue a la madurez aberrante de los adolescentes: ¿en esto consiste nuestra gran clase media de futuros graduados? Por otra parte, insisten con razón lo estudiantes, las especializaciones serán sin duda alguna más caras. Con la agonía de las viejas becas a manos de las becas-préstamo, los nuevos graduados comenzarán endeudados. Para que aprendan de raíz nuestra cultura de la sociodependencia, deben ligar desde el principio sus profesiones a la rentabilidad comercial. No sólo las humanidades van a ser segadas por el cuello en este proceso -¿qué rentabilidad tendrán para Repsol o Telefónica?-, sino también lo que llamábamos creación científica en el sentido fuerte[4]. Se busca endeudar a los jóvenes para feudalizarlos, para que nadie esté libre de dependencias y no tenga el presente aplazado por el futuro, más o menos hipotecado por algún Plan. Está por ver si el mismo Bachillerato, siguiendo esta lógica de encadenar la enseñanza a la idiotez empresarial, no desaparecerá para permitir que los alumnos pasen a la Universidad con unas pruebas elementales de matemáticas, inglés e informática.


4 ¿Profesores? Para ellos Bolonia supone el fin de la libertad de cátedra, expresión que ya hace sonreír a los recientes tiburones de la "formación permanente". Considerando al estudiantado tan inepto como el nuevo personal docente, con los normativas que exigen que el programa de cada clase sea pasado on line por adelantado, incluyendo las citas que se van a efectuar, todo lo que sea una proceso de creación en vivo, el acto mismo del pensamiento, termina a manos de clases no-magistrales donde el profesor, experto en nuevas tecnologías, repasa oralmente unos breves items que aparecen en pantalla. Ningún pastor, un solo rebaño. El capitalismo odia todo lo que no sea reproducción, que naturalmente incluye un catálogo incesante de novedades. Lo novedoso odia lo original, pues el fondo sombrío de lo original, su no equivalencia, interrumpe nuestro ideal de liquidez, la religión de la circulación. Toda una legión mediocre de profesores, que hasta ayer no tenían literalmente nada que decir -no habían investigado en nada, no tenían ninguna posición ni se habían esforzado individualmente-, aparecen en la vanguardia de esta reforma que prima lo normalizado en detrimento de la creación. Lo que se llamaba una clase, magistral o no, donde alguien expone en directo lo que sabe, con todas las variaciones espontáneas de la presencia real del saber, acaba a manos de una uniformidad que toma como modelo lo que llaman cultura en Inglaterra o "América". Aunque sin la ventaja que los tienen EEUU: apretar un botón y que en treinta minutos aparezcan diez libros en bandeja.


5 Jerarquías. Nada de diplomaturas y licenciaturas, nada de jerarquías simples y visibles, en bloque. No debe haber obreros en la nueva clase media; tampoco licenciados "superiores", sin duda demasiado teóricos, demasiado difíciles y lentos. Los futuros profesionales, pragmáticos y comunicadores, deben flotar en la flexibilidad, en un nivel medio apto para cualquier medio, para la variabilidad del mercado global y sus jerarquías ocultas, privadas, sutilmente personalizadas. De ahí esa idea de una formación de Grado que capacita poco más que para capacitarse, o para puestos mal remunerados, y una especialización Post-grado, con másters públicos o privados que nos permiten localizarnos en la deslocalización del mercado[5]. Másters de financiación pública o privada, una diferencia cada día más ambigua, como demuestra la frecuencia de la palabra "mixta" -la mixtura donde no sea visible la materia prima es nuestra ortodoxia, lo que se debe salvar de una deconstrucción que atacará la intensidad de todo lo simple. En pocas palabras, formación media estatal para la masa de empleados "mileuristas" y especialización a la carta, cara y más o menos privatizada, para la elite destinada a los puestos de mando en el mercado. La presión sindical consuma la presión empresarial hacia la nivelación: todos los profesionales de la Universidad han de trabajar la misma franja horaria, como si durase lo mismo una hora de clase y una hora de servicio de mantenimiento. La demagogia de la igualdad, la retórica de la clase media se suma a las envidias gremiales y a la devaluación efectiva del trabajo -tanto informático, como jardinero o escolar- bajo los imperativos del turbocapitalismo. En este punto y en otros, Bolonia supone la penetración de una contabilidad estrictamente numérica, esto es, la pérdida de la fe en lo que sea cualidad no cuantificable. Adiós al estudio "universal", sin inmediata aplicación especializada. El supuesto calentamiento global se compensa con un enfriamiento local, un espacio climatizado para los elegidos.


6 PowerPoint. Otro punto, no menos encantador. No lines, but points? Aunque nuestra ideología es la línea infinita, sin puntos de detención que asociamos al atraso. En todo caso, nada de "clases magistrales", con esa jerarquía de la posición del profesor -tenía una tarima y debía tener ideas, creer en algo- frente a los alumnos, que al menos podían rebelarse en ese cara a cara. Ahora el alumno flota ante logos, imágenes, claves de acceso, emblemas sintéticos integrados en pantallas que cubren la piel de cada oyente, de cada alumno espectralmente presente. El profesor, cada día más demócrata -al fin y al cabo, no cree en nada más que en la relativa estabilidad de su precario sueldo-, maneja muy bien la tecnología coloreada que sirve unos emblemas claros, limpios, neutros, casi meramente informativos. Indiscutibles, en suma, pues sólo reflejan los logos que ya circulan. El altar de la palabra santa se ha sustancializado en el discurso laico de la pantalla líquida. Y el resultado es igualmente religioso: todo el mundo calla, se refugia en el sopor o toma notas. Los rebeldes están lejos, fuera de la sala climatizada. El nuevo escenario supone el "apagón analógico" en la figura del Maestro, que facilitaba excesivamente un cara a cara, una posible autoridad personal del saber, recreado en acto, y una posible resistencia. Como diría Nietzsche otra vez: Ningún pastor, un solo rebaño.


7 Integrar. ¿Integrarse en la desintegración? Tal parece nuestro mandato. La última formación supone actualizar la violencia sorda de lo neutro, la desactivación de todo conocimiento que brote de una vida sin mediar. Se eliminarán los contenidos clásicos -tampoco habría profesores capaces de impartirlos- con nuevos métodos pedagógicos, la liquidez informativa de las tecnologías suaves y unas clases obligatoriamente "participativas" que vuelven a primar la normalidad grupal frente al evento singular, el poder del número frente al individuo creador. La insistencia del trabajo en equipo remite a un poder social perpetuo, una flexible autoridad que estimula la asistencia y desactiva cualquier resistencia. Como el profesor no defiende ninguna posición, sino que tiende a transmitir información, nadie puede rebelarse. En esta comunicación total sólo se permite la resistencia sorda, sin expresión, de esos rostros en claroscuro obligados a estar silenciosamente presentes. Y esto ocurre cuando además la fuerza conceptual para la presencia real, para una realidad no subtitulada, se ha desactivado por la deconstrucción universal. A la presencia obligatoria, protegida por los reflejos de pantalla, responde esa generalizada "crisis de ausencia" de los cuerpos mudos, una misteriosa reserva, esta timidez de la presencia real. La infantilización de los profesores y la madurez perversa de los alumnos compone este flamante escenario donde no puede ocurrir nada que no esté servido de antemano en el programa.


8 Theoria. La aversión a la complejidad de lo teórico, con el lastre que supone para la eficacia de la rapidez práctica, es otro de los puntos canónicos. El texto breve es lo que requiere el tejido postindustrial, y es también algo típicamente angloamericano. Al fin y al cabo, a lo teórico le es implícito una ilusión de autonomía, una posibilidad de fuga hacia lo asocial que repugna a la tecno-ideología medial, donde todo debe estar a la vista, instantáneo, localizado en la pulsante actualidad. Una y otra vez, el modelo informativo. Convenientemente adelgazado, el mensaje es el medio. Se deben evitar la lentitud, la dificultad, la oscuridad de los contenidos clásicos, que además están ligados al musgoso orbe del pasado, al subsuelo atrasado de los muertos. Y no es precisamente esto lo que necesitan los futuros empleados de HP, BMW, Repsol o Telefónica. También para las becas Erasmus, la "vieja Europa" debe ser sólo un reclamo turístico añadido, un decorado de fondo para la fluidez digital de sujetos y objetos, un espacio sin ninguna relación directa con la eficacia adelgazada de la nueva formación. Es normal que la fobia antiintelectual de cuño "americano" -que levantaría ampollas en Emerson o Poe- ponga en la autoridad de las viejas disciplinas su demonio a batir por la fresca pasión por la forma. Por todas partes, en esta Europa azulada, nos encontramos con un conocimiento que ya está archivado y sólo tiene que actualizarse, comunicar sus logros. Un conocimiento que, por supuesto, no ha de pasar en cada caso por la prueba de la duda, que no tiene que batirse con la arriesgada línea de sombra de esa vieja ignorancia que siempre nos acompaña. La nueva homologación es hetero-fóbica, odia la heterogeneidad del espacio y de lo no sabido, lo no controlado en la visualización, el virus de una duda que se pueda colar en nuestra global vigilancia del tiempo.


9 Conocimiento. Igual que la libertad se entiende en la Europa actual como el tecleado de opciones dentro de un menú servido, el conocimiento se entiende como una selección dentro de un gigantesco archivo disponible y navegable. Basta con una clave de acceso. En el fondo, es de suponer, el plan incluye acabar con lo que antes se llamaba "excepción cultural", con la cultura en el sentido fuerte, aquélla que permitía una autonomía de naciones e individuos, una posible distancia crítica de algo viviente con respecto a la sociedad y la religión de la mayoría. En este capitalismo fundido con las pulsiones populares, el conocimiento nace de la libre competencia, de la "mano invisible" del mercado[6]. Si el modelo es el continuum informativo, su encadenamiento diario de sensaciones, diríamos que los estados de excepción locales fallecen a manos de un perpetuo estado de excepción global. Sin embargo, tomados en serio, "sociedad" y "conocimiento" son dos términos antitéticos. No existe, no puede existir ninguna "sociedad del conocimiento". Para empezar, porque toda sociedad reposa en una ignorancia de los principios que la fundan: ninguna sociedad es transparente a sí misma y puede "ver" aquellos instrumentos y principios que le permiten ver. Después, como insiste el texto de Nietzsche que aún hoy es oficial en el programa de Segundo de Bachillerato, porque no existe la información, el conocimiento "puro". El conocimiento, no sólo el triunfante, es siempre un instrumento "perspectivista" de la vida, el resultado lento y turbio de una esfuerzo parcial, patológico, difícilmente comunicable. La creación nace siempre de una crisis, de un trabajo negro, clandestino[7]. El conocimiento es siempre un resultado del poder, del prejuicio, la fuerza y el dolor de una existencia, una secta, una nación, resistentes o triunfantes. ¿A qué tipo de poder sirve esta imagen de una conocimiento fluido, disponible, a la carta, sino al de las potencias ya instaladas, enemigas acérrimas de la investigación libre?


10 Forma. Así como el amor deriva en sexo, la política en gestión y el arte en cultura, la educación se transforma en formación permanente. Formación proviene de "forma". Es necesario estar en forma, atajar la entrada del exterior allí donde se produzca, volver a una múltiple disciplina que contenga lo que de amorfo y anárquico haya en nosotros. El optimismo institucional de Bolonia está carcomido por un canceroso pesimismo vital. Bolonia representa el hálito de un retiro helado a los infinitos interiores, retiro que ahora debe atrapar también a la hierba del campus y al "primitivismo" de los jóvenes que deben dirigir mañana nuestra elevación. De ahí la religión de la tecnología punta, la ideología del "enseñar a enseñar", del "aprender a aprender". Separando el contenido de la forma, independizando la forma de aprender, de enseñar, ésta queda en manos de expertos que sólo lo son en "comunicar" y nunca han bajado a la incómoda realidad de las aulas... no digamos a un conocimiento que en cada caso ha de recrearse desde la duda, atravesando la ignorancia ante lo que surge. Como vivimos rodeados de una profunda aversión a la "forma de vida", a la singularidad viviente que se afirma a sí misma, debemos estar rodeados de un histérico deseo de forma, de una frenético voluntarismo de la identidad normativa. Si el mensaje es el medio, la mediación infinita que realiza el cuerpo global, los contenidos que no sean técnicos pueden ser adelgazados hasta el infinito. Deben ser en todo caso meramente informativos y, por tanto, cambiar cada cuatro meses: igual que las noticias, y el mismo periódico, lo que vale hoy no es nada mañana. La ligereza de los contenidos es clave para su velocidad. La rapidez de recambio es importante también para que no se experimente la endeblez de cada nuevo contenido... y para adiestrar al futuro profesional en la dependencia de los ingenieros informáticos. Como ha insistido Bourdieu, la carrera del recambio debe inyectar continuamente inseguridad, poner al sujeto en precario y hacerle depender de los expertos en velocidad. Dentro del "diferido" global, la instantaneidad es nuestra idea fija para que nunca rocemos un referente, el miedo a la verdad, una posible vergüenza. Se debe desarraigar al individuo de cualquier referencia espacial, de un suelo que permita la autonomía primaria de pensar por sí mismo, que diría Kant.


11 Flexibilidad. La retórica de enseñar a enseñar, de aprender a aprender, indica que el gran contenido es la maleabilidad de los individuos, su adaptación infinita al cambio perpetuo y la homologación, esa "cadavérica flexibilidad" (Baudrillard) que se ha vuelto imprescindible para un capitalismo que no puede saber nada de lo real y sus límites. Lo real queda para el terror de los otros, para el miedo al accidente: el terrorismo de los medios y el de la lógica informativa y sus miedos recurrentes. Cualquier contenido duro de roer, que no sea digitalizable en esquemas simples, es una piedra analógica en la fluidez digital que la empresa de la formación permanente requiere hoy. Por tal razón hace tiempo que desconfiamos del retiro, de la reflexión apartada y solitaria -que siempre puede fundar una comunidad. El potente negocio del estrés, de la inseguridad inducida por las continuas novedades y la necesidad de formación permanente, ocuparán el lugar de la reflexión, colérica o serena. Se trata de introducir en la Universidad la flexible ligereza del mercado[8]. Al contrato basura, a las hipotecas basura y a la televisión basura, le sigue el conocimiento basura. La idea de un conocimiento que actúa sobre un fondo neutro, tierra aplanada por la información, es lo que debe invadir Europa. Así al viejo continente le quedará sólo la exclusiva de la cultura en el sentido museístico, turístico.


12 Elites. No existe un saber que no sea ni física, ni latín, ni geografía, cuyo contenido sea el enseñar en general. No hay metalenguaje, ningún último esperanto para enseñar por arte de magia, sin pasar por el "trauma" de los contenidos nuevos. No existen tampoco los profesores de los profesores, ninguna "pedagogía" que se ahorre la dificultad traumática de la dificultad de los contenidos. El choque con la dureza del contenido específico es lo que da la forma. Un enseñar abstracto, un aprender formal deben solamente mantener la conexión al poder social, la insistencia en la asistencia muda, la jerarquía discreta de los radiantes especialistas que se explican a distancia. Enseñar a enseñar, aprender a aprender significa: la formación permanente y su correlato de precariedad; el trabajo práctico y su corolario anti-intelectual; el trabajo en equipo y su corolario de normalización, en un trabajo no creador, ni solitario, competitivo y rentable. Por todas partes, diría Kuhn, muere la ciencia revolucionaria a manos de la ciencia normal. Por todas partes, los signos de la "doctrina de la separación" estadounidense y su consiguiente fluidez. Se busca formar seres flexibles, sin ningún punto fijo, aptos para la cultura del zapping, para adaptarse permanentemente al mercado, al poder deslizante que se ha adueñado de los Estados. Para que los centros de decisión sigan siendo clandestinos, los espacios de trabajo han de ser transparentes. Vivimos inmersos en una especie de imperativo categórico de transparencia, para todo lo masivo, y una especie de fresco oscurantismo en todo lo que afecta a las nuevas elites y sus misteriosas decisiones.


13 Experiencia. ¿Aprendizaje permanente? Esto ya se le suponía a una existencia que ahora se debe cubrir, para que no se cuele en ella nada sin codificar. Se deben invadir las veinticuatro horas para que el estudiante esté todo el día encerrado en la interactividad global y ninguna irregularidad exterior se cuele en su red. Tal vez para reproducir así la insularidad, el limpio aislamiento del virus de vivir que dio lugar a la legendaria energía de "América". La formación permanente debe emplear todo el tiempo, impedir cualquier cosa que brote de la experiencia externa, que nada no mediado se cuele en la vida de los futuros profesionales de la separación. Un frenético deseo de identificación debe cubrir la posible forma de vida -una forma que nazca de la vida-, impedir que el conocimiento brote de la existencia. En realidad, propiamente hablando, no debe haber experiencia, sino solamente "experiencias" sectoriales -pedagógicas, laborales, sexuales, artísticas, lúdicas- controladas por los sucesivos expertos. La insistencia en la asistencia a la forma tecno-social, a través de pantallas y clases planas, de alta definición, debe crear individuos a su vez definidos, que mantengan a raya el demonio de las sombras y lo informe. El puritanismo del Norte, insisto, triunfa en esta invasión espectacular y multicolor. La planicie definida de las pantallas es epítome de la misma presencia soft del profesional de baja intensidad, extirpado de sombra y raíces, de todo lo que dificulte la velocidad de la conexión perpetua. La patología dura se deja para las noches clandestinas del viernes.


14 Equipos. Se trata de desactivar todo lo que sea experiencia con una forma polivalente que se adapte a la piel del individuo e impida así cualquier distancia, toda autonomía. El ideal, como en El Show de Truman, es un fundido digital de ambiente y sujeto donde no sea posible hacer cortes. Nuestro divorcio continuo de cualquier duración y fijeza, nuestro consenso infinito para el recambio, excluye entre nosotros cualquier portazo, cualquier ruptura violenta. Delegamos en el espectáculo social y sus revoluciones técnicas lo inesperado, la sorpresa de los cambios. El relativismo del mercado se alía con el absolutismo del Estado que vela por nuestra salud y entra en nuestra casa. Se debe desactivar la formación "autodidacta" que brota de la vida, esa verdad común que nace de la experiencia singular y que la nueva formación generalista, múltiple y en equipo, debe corroer. Nadie debe estar solo, nadie debe investigar en solitario, al margen de "la sociedad", no vaya a ser que nos traiga otro virus, alguna presencia no homologada por la homologación universal. Lo que busca esta retórica "no elitista" del trabajo en equipo es que se eternice el poder de las recientes elites que ya gobiernan en la sombra. Por eso se debe estar todo el día ocupado, asistiendo a reuniones idiotas de cualquier tipo, controlado a distancia a través de la asistencia evaluada y el trabajo cuantificado en casa.


15 Adelgazar. Absorto por el cuerpo a cuerpo de lo social, el futuro alumno europeo no conocerá nada que no sea parte de la circulación informativa. La sociedad del conocimiento es la sociedad del autismo sonriente, del oscurantismo que circula. Nuestra nodriza social, profundamente senil en cuanto a la vida, pero maquillada de un aire rabiosamente juvenil, odia patológicamente todo lo que sea independiente, difícil, solitario, oscuro, lento. Todo el mundo debe ser de baja intensidad para que pueda permanecer conectado a la fragilidad parpadeante de lo digital. Inmersa en una especie de racismo dinámico (Foucault), en un racismo de la expansión, la ciudad terciara no tolera bien las presencias densas[9]. La aversión a las humanidades es una parte de esto. Serán segadas por las últimas tecnologías imbricadas en la urgencia del mercado y la aversión a todo lo que sea primario, exterior a nuestra religión del consenso y a la visualización numérica. Está prohibido desconectar en el medio, a plena luz del día y sin consecuencias. Otra cosa es que el que alguien se reconozca marginal o víctima y mendigue su dosis de caridad social. Existe un plexo de continuidad social, una obsesión por la permanencia de la cobertura, que hace prácticamente imposible la parada, la desconexión. El temor al exterior alimenta la turbina del encierro, que a su vez alimenta el pánico al exterior. La sociedad global, que sólo se sostiene en el pánico al afuera no climatizado, funciona en una endogamia perfectamente circular, como una redundancia en bucle. El miedo a la depresurización mantiene los paneles de la cabina.


16 Terror. Movilidad, deslocalización, interactividad, entretenimiento. Ya lo decía Deleuze en aquel Post-scriptum memorable. Mientras se mueve, el hombre produce y consume ondas, comunica, se socializa. El problema surge cuando se aquieta, cuando atiende a las sombras y se hace preguntas. Si interactuamos estamos localizados en el desarraigo general, en la deslocalización universal que nos hace visibles, definidos, planos. Además, al moverte esquivas las sombras, te entretienes y entretienes a los otros. Y ocupar el tiempo es clave en esta cultura, pues consigues que ningún espectro indefinido te toque, que ninguna inconsistencia ni vacío, latentes a la propia velocidad social, nos roce. El estrés nos protege de nuestro demonio, el reposo que hace preguntas. Nuestro poder es pues tan internacional, tan consensuado que todos los que se opongan a él han de ser peligrosos fanáticos o dementes. La fluidez digital se acompaña del terrorismo de lo real[10]. De Poltergeist a Funny games, nuestro género de terror está ligada a la detención, al apagón técnico o informativo, a la parada donde lo indefinido vuelve. Ya el simple hecho de desconectar el televisor, de apagar el ordenador se convertirá poco a poco en un acto anómalo, chocante. Bolonia, convirtiendo en programa un ideal latente, ha cristalizado la religión del pluralismo, de la flexibilidad, de la circulación, de la interactividad[11]. Pero la vida no es plural, ni flexible, ni rápida. Está llena de barreras, del choque con zonas oscuras de resistencia. Y estos choque nos rehacen.


17 Odio. Se insiste en la evaluación continua, pero la vida es profundamente discontinua y se decide en momentos cruciales, a veces traumáticos. Nuestra cultura universitaria quiere dejar el acontecimiento para el impacto de los medios y las invenciones de la tecnología punta, mientras el resto de la vida es normalizada por la economía. Pero este horizonte, donde nada debe ocurrir, generará nuevas formas de tedio, de odio, de escape aberrante. Sea el alumno homosexual o heterosexual, Bolonia alimenta la heterofobia, la alergia a aquello que no sea transparente, definido, normalizado. Aunque la corrección política nos ponga difícil el "paso al acto", el odio que genera todo lo no ocurrido, el trauma -el de la vida y la educación- no asumido, alimentará las descargas terroríficas en las zonas de apagón informativo, sean las noches de Madrid o las aldeas de Afganistán. Para empezar, de Machado a Handke, la cultura siempre nació de las grietas en la normalidad, de una crisis inconfesable que surge en medio del tiempo oficial. ¿Os imagináis a Sartre, a María Zambrano, a Heisenberg "adaptados a la sociedad"? Todo lo que crea algo nuevo nace de la desconexión, del agujero negro de un trabajo clandestino. Y no estamos hablando de elitismo, todo lo contrario. Sea literaria, científica o política, hablamos de la autoridad de lo imprevisto, de la creación inesperada que es imprescindible para que haya comunidad.


18 Límites. Eliminar barreras, homologar los títulos y los individuos. Másters y postgrados sin fronteras en el espacio europeo. Pero esto porque según el Plan la frontera se ha interiorizado y el terror al exterior no homologado anida dentro de cada futuro profesional. A la manera "americana", el futuro estudiante europeo será un autista en tres idiomas, padecerá afasia para todo lo que sea heterogéneo, ese conocimiento que requiere una invención en cada caso, el coraje de una travesía solitaria por la duda. Por contra, nuestro ideal acentúa la nivelación, el espacio vacío, regular, velozmente transitable en todas direcciones y sin peligro de opacidades peligrosas. El espacio europeo, federado de manera gigantesca y sumatoria -otra vez "América"- debe cubrir la lengua, la cultura y el acento de cada cual, que queda para el ocio. Pero al final la vida es escandalosamente local. Trabajas aquí y te despiden allí, naces aquí y te diviertes allá, y todo lo que tenga que ver con la movilidad es poco más que un anuncio. Además, siguiendo el reguero de este irremediable perspectivismo local, el espacio "europeo" debe disimular la prepotencia de unos pocos Estados -Alemania, Francia, Reino Unido- y la impotencia del resto, España incluida. En la sombra, tres o cuatro Estados -¿Italia?- decidirán lo que circula.


19 Pluralismo. Además, estamos otra vez en el puritanismo de la equivalencia, de la homologación, que debe garantizar que nada lento y sombrío nos toque. Es el integrismo del vacío, dice Baudrillard, por ello doblemente feroz. Lo cual incluye la obsesión por una nueva infinitud, o sea, por pasarle los límites y la violencia a otros. Mientras delegamos el trabajo duro en los inmigrantes y el Tercer Mundo, nuestro sueño es un espacio homogéneo, donde no sea necesario ni el choque ni el esfuerzo. Nos ilusiona la imagen de un inválido equipado (Virilio) de prótesis de distancia, e impotente en la cercanía, como futuro modelo de estudiante y de ciudadano. Ahora bien, ¿qué es el pensamiento sin barreras, qué sería de la cultura y de la formación sin la deformación, a veces traumática, que producen los obstáculos? ¿Qué es la religión del pluralismo, más allá de la secundaria franja horaria del ocio, que sólo funciona si la dureza del día está cumplida? ¿Pluralismo? Me invitan a dar esta conferencia o no me invitan. Me quieren o me odian: peor aún, les soy indiferente. Decido ir allí o no. Decido después los contenidos, que impartiré en función del marco que se me sirve, de las barreras que ponen los otros ponentes... Por todas partes, límites, obstáculos, barreras. La vida no es otra cosa. La fluidez, el pluralismo es sólo un menú de las 8 de la tarde, cuando ya el día está cumplido y podemos navegar en un ocio que hemos ganado antes con el agujero negro de un trabajo, un sudor, y a veces una vergüenza, difícilmente confesables. Fuera de esa banal franja horaria de lo televisivo, la fluidez es, o bien una ilusión juvenil... para engañar a los jóvenes, o bien la mentira de unos adultos que tienen esclavos, oscuros inmigrantes que hace el trabajo sucio por ellos.


20 Nápoles. En otras palabras, el plan de Bolonia sólo tendrá algún cuerpo real si un Lugo, una Córdoba, mundos más o menos sumergidos, se encargan de la real, lenta, atrasada educación que se forja en la tierra, en la experiencia que pesa. Jamás nos abandonará el atraso de lo real, aunque esa pretensión nos haga falsamente superiores. He nacido aquí y moriré allí. Y en los dos casos tengo que hablar de mi nacimiento y de mi muerte, dándole forma a lo no elegido que me conforma, dándole sentido a la fatalidad en la que me encuentro. ¿Qué sabe Bolonia de todo esto? Es una auténtica desgracia para el mundo que esta Europa se haya convertido en una triste provincia de la estupidez "global". Triste porque ni siquiera poseemos la ignorancia estadounidense, esa ausencia de complejos que les hace ciertamente admirables, o al menos temibles. Movilidad, homologación, espacio europeo: es la retórica de los cuatro grandes, a la cual debemos plegarnos los pequeños. Los nuevos wasp del Norte europeo llevan el mando discreto, unilateral y solipsista. A los otros nos toca -con la precariedad de recursos española- la interactividad, el trabajo en equipo, la flexibilidad de los empleados. Tal vez es significativo que toda esta ideología, un poco periclitada antes de ser puesta en marcha, haya nacido en el Norte de Italia, no en la sucia Nápoles, ni en Carintia. Es el sueño de una pequeña secta ante el inmediato periodo. Pero hará falta algo más que inglés, nuevas tecnologías y flexibilidad laboral para poder comprender y poder competir con la cultura china, rusa, iraní, hindú, japonesa o islámica en este mundo que se abre y nos reta.       

Madrid, 13 de mayo de 2009


1. Se podría demostrar que también unos EEUU han arrasado a los otros, pero sería una historia larga de contar. Francamente, con toda su buena voluntad y su glamour, no parece seguro que Obama suponga un detención significativa en el avance del aislamiento capitalista sobre la generosidad comunitaria en el país de Whitman y Michael Moore.

2. Para entender la filosofía del llamado Plan Bolonia, cuya pragmática ya está latente en el cuerpo social que nos rodea -ahora sólo se busca extender esa penetración a la reserva india de la Universidad y la cultura, hasta ahora toleradas en su romanticismo-, conviene recurrir a un documento que sitúa la potencia económica y la lógica cultural estadounidense en la "doctrina de la separación". Lean "Los archivos del Edén" de George Steiner (Pasión intacta, Siruela, Madrid, 1997, pp. 295-345), un escrito que tal vez sólo un judío -con la impunidad que ellos han ganado tras la II Guerra- se puede atrever a hacer. Nos sirve también el prólogo a La condición humana de Hannah Arendt, un libro de 1958 que ya sitúa los peligros de este desarraigo, de esta penetración silenciosa de la nueva elite especializada en la ingravidez. Arendt sitúa en tres factores esta mutación políticamente peligrosa, pues amenaza con poner la democracia, dice, en manos de unos expertos que no hablan ningún idioma conocido: la obsesión por superar la barrera de los 100 años, la carrera espacial hacia la ingravidez, la voluntad biogenética de manipular la vida en su misma fuente. Estos tres elementos concretarían una doble huida de la humanidad moderna: de la Tierra al Espacio y del Mundo al Yo. El vector de esta mutación siempre es el mismo: va del desorden comunitario, con su laberinto humano de lazos y calles, a la pulcritud silenciosa de la insularización urbana. El estruendo de la comunicación viene después, pues ésta sólo resulta vital y espectacular en una páramo de átomos aislados. Claro, se dirá: común, comunidad, presencia real, aroma local... todo esto huele a vieja reacción. Pero, ¿qué sentido peyorativo puede tener la palabra reaccionario hoy, en el paisaje universal de esta reacción digitalizada contra una existencia -analógica de lo mortal- que representa el actual Imperio global, sus signos minimalistas y dinámicos? Ortega ya alertaba contra esta "barbarie del especialismo" en La rebelión de las masas, pero el peligro se puede resumir en una frase de un autor más reciente: "La cultura es la continuación de la barbarie por otros medios" (Michel Serres, El nacimiento de la física en el texto de Lucrecio, Pre-Textos, Valencia, 1994, p. 223). Después, creo que nos sirve también la distinción entre lo que se llama una cultura normativa y una cultura antropológica. La primera es tópicamente ilustrada, ha de "elevar" el nivel de la humanidad seleccionando contenidos culturales para desarraigarla de la barbarie primitiva, de la estupidez local. La segunda, oscuramente ilustrada, más "romántica" que "realista", no necesita seleccionar nada, pues entiende que todo lo que el hombre hace es cultura. Esta nace del culto elemental de una vida humana que se sabe mortal, de manera que tanto la forma de cultivar la tierra como de practicar una religión es cultura. Mostraremos que Bolonia, siguiendo el modelo "americano" triunfante, consagra un privilegio constante de la selección normativa sobre el comunitarismo de lo antropológico. Finalmente, y ya termino con la lista de inevitables antecedentes, existe un precioso texto tardío de Deleuze, el llamado "Post-scriptum sobre las sociedades de control" (Conversaciones, Pre-Textos, Valencia, 1996, pp. 277-286), que explica muy bien cómo la violencia de la separación moderna pasa de la severidad patriarcal de los espacios de encierro a la interactividad matriarcal de una geometría variable que controla al consumidor mientras éste hace su vida, incluso mimándole. En suma, Deleuze analiza cómo el poder pasa del modelo antipático del rompeolas, represor de las ondas de la vitalidad, al modelo "californiano" de la tabla de surf. Éste último no sólo no reprime, sino que estimula el libre albedrío de cada cual, su más loco activismo. Invita al ciudadano a que cabalgue su ola al mismo tiempo que produce consumo, comunicación, sociedad. Échenle una ojeada a este Post-scriptum, pues no tiene desperdicio para entender la barbarie digitalizada que se nos viene encima, de Segovia a Klagenfurt, y también su beneficio anímico. Una vez el Norte ha triunfado en toda regla, puede permitirse el lujo de simular un aire sureño. Tal vez nuestro manido multiculturalismo se reduce a esto. Algún día habrá que investigar también qué representa en tal panorama nuestro "feminismo" de término medio, este efecto mediático del papel social de "la mujer" en la mutación última del capitalismo, en la interpasividad oculta que está en la base de la actual interactividad. Algún día, pero no puede ser hoy, ni mañana.

3. Un crédito ECTS es igual a 30 horas. La matrícula de 60 créditos por curso supondrá una media de 35 horas semanales de permanencia obligatoria en la Universidad, de las cuales aproximadamente sólo 10 horas serán lectivas. El resto se distribuye entre seminarios, trabajo en grupo, biblioteca, etc.

4. "Al volcar la financiación pública en proyectos académicos que ya gozan de 'fuentes externas' de financiación lo que se hace lisa y llanamente es subvencionar con dinero público actividades empresariales privadas (al tiempo que se ahoga la financiación pública de actividades de interés ciudadano que no sean rentables)". "Golpe de Estado en la Academia". Carlos F. Liria.

5. Real Decreto de 26 de octubre de 2008, art. 9: "El grado tiene como finalidad la obtención por parte del estudiante de una formación general orientada al ejercicio de actividades profesionales". Es decir, lo que hasta la fecha conocíamos aproximadamente como FP. El grado se reduce a 4 años, 240 créditos: 90 de formación relacionada con la formación específica; 60 de formación básica; 60 en una práctica de empresa no remunerada; entre 6 y 30 para el trabajo de fin de grado. No parece exagerado decir que el Grado consiste en una "formación general" básica dirigida a la creación de una bolsa de trabajadores precarios y dóciles.

6. Milton Friedman, Libertad de elegir, Grijalbo, Barcelona, 1980, pp. 28-46.

7. Thomas S. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, F.C.E., México, 1975, pp. 112-149.

8. Documento de la ANECA, Madrid, febrero de 2009: "La Universidad ya no es más un lugar tranquilo para enseñar, realizar trabajo académico a un ritmo pausado y contemplar el universo como ocurría en siglos pasados. Ahora es un potente negocio, complejo, demandante y competitivo que requiere inversiones continuas y de gran escala". Skilbeck, 2001.

9. Michel Foucault, Historia de la sexualidad. 1 La voluntad de saber, Siglo XXI, Madrid, 1978, p. 152.

10. Pensemos en esta histeria en torno a la gripe de influencia porcina. Otra vez este temor cerval al exterior atrasado (México), al dolor analógico, la enfermedad y la muerte. El miedo al contagio proviene de una sociedad encerrada en sí misma, integrada como un solo cuerpo, masificada. La comunicación, la expansiva promiscuidad de lo social, hace temible la entrada en nuestro circuito cerrad de cualquier nuevo virus. La hipocondría generalizada viene de ahí, de una mediación sin fin, de un cuerpo gregario que ha perdido todo contacto con la fortaleza del afuera, con la salud que se arma en la intemperie.

11. Recordemos esos grupos de 2º de la ESO disueltos en un montón de asignaturas optativas, con más profesores que alumnos en cada sesión de evaluación, abandonados en realidad a su suerte, por más que un heroico tutor intente hacer las veces de una dirección única que falta.





Lo común en-el-tiempo

Ignacio,

he leído con atención tu último texto sobre Bolonia y decididamente eres, por excelencia, o 'fadeiro-do-fin-do-mundo’;~). No tengo claro que ese grado tan hiperbólico de exageración pesimista proceda demasiado en este caso, la verdad... Y no lo creo por más que muestres esas grandes verdades de fondo, ideas recurrentes sobre el presente que, en alguna medida (en su justa medida), he compartido contigo desde que te conozco; sabes que admiro muy especialmente el modo en que haces aflorar tales sombras e incertidumbres, esa sofisticada sencillez tuya, tan potente tantas veces. Sabes incluso que, en muchos casos, la actitud vital de ciertos individuos entre los que sé que me encuentro, acaso podría llegar a ilustrar o incluso 'encarnar' tales juicios uno a uno, tanto en virtud como en patología, hasta en pecado.

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Sin embargo, me falta en tu texto "Bolonia" (presuponiendo la mejor y más honesta intención del mundo), me falta en este caso una cierta dosis de fine-tuning (de afinación 'microtonal', para entendernos). En asuntos políticamente tan serios y plenos de irreversibles consecuencias directas tan palpables a corto plazo, pienso que uno debe tener un cuidado enorme en la aprehensión y elaboración precisa del detalle (más bien, mimar ese equilibrio entre detalle y tesis) si no quiere llegar a resultar, no solamente "imposible" sino socialmente inocuo o, en el peor de los casos, irrelevante. Ello conlleva que un texto complejo, si es necesario, se vuelva 20 veces más complejo y que un texto largo, llegado el caso, se expanda 10 veces sobre sí mismo y en dimensiones múltiples... También conlleva, a mi modo de ver, que tales textos vayan dirigidos tal vez no a un público tan general (desde esa fe un tanto mítica en el "lenguaje común", accesible a todos), sino a quien proceda exactamente (sobre el concepto de "experto" en un sentido muy amplio, en conexión con la vivencia individual del tiempo de cada uno, habría también mucho que hablar y matizar, más allá de mitos -insisto-). A mi modo de ver, cualquier propuesta metafísica, condensación lingüística más o menos hiperbólica o "plástica" en exceso..., tal aproximación sólo resulta admisible en las auroras, en los bocetos, en los instantes fundacionales previos a la creación y a la materialización de las cosas (manifiestos, panfletos, declaraciones de intenciones y libelos varios...) siempre y cuando existan una semilla y una auténtica voluntad constructiva urgentes, ampliamente determinables. Por el contrario, toda 'negativización', toda metafísica-a-posteriori (al contrataque o al pataleo, por así decirlo) fácilmente acaba volviéndose anacrónica, inútil e inocua en tanto mera confrontación a hechos ya consumados o en permanente estado de (irreversible) consumación. El tiempo nos desmiente, no sólo más tarde, sino ya en el ahora-mismo. En resumen, y esta sería una posible tesis: cualquier forma de metafísica sólo es para mí admisible en la medida en que directamente se muestre capaz de crear el tiempo y el espacio desde su aurora hasta su ocaso y, además, en gesto único: crear desde el origen hasta las consecuencias últimas de orden físico, material propuesto. No es concebible para mí ningún tipo de metafísica reactiva, reaccionaria... No parece lícito tomar la "realidad" como dato de confrontación, como disculpa para pensar (el "predicado" en busca de "sujetos", por así decirlo) puesto que en tal caso no existe "aurora", ni voluntad alguna de despliegue hacia lo real (aquí el lenguaje no sale de sí mismo y deviene inocuo, exactamente igual que un arte incapaz de salir de sí mismo, de su circunstancia: tendríamos entonces una suerte de agujero negro donde, en ausencia de explosión, sólo un espacio de implosión endogámica, profundamente estéril, sería posible).

         ***

Toda metafísica del "contra" o metafísica negativa, remite siempre, en mayor o menor medida, a la vieja metafísica del espacio, la de toda la vida más o menos conscientemente disfrazada de sofisticación y de 'presente'. Así, cualquier pensar fundado en el desprecio/sobrevuelo de conceptos tan vitales (¡hoy y siempre!) como "información" o "resolución", cuando no es mera ignorancia "humanista" o simple pereza de espíritu (¡sé que no es el caso aquí, por supuesto!), cuando no denota cierta falta de humildad (tozuda arrogancia de viejas estirpes desposeídas), dicho pensamiento no parecerá manifestar sino auténtico "ODIO al TIEMPO" y a toda esa complejidad dinámico-caótica, des-arraigada, que de él se deriva (también 'caótica' en un sentido moral), complejidad que tantas veces desborda cualquier posibilidad meramente verbal ("jurisprudencia", que diría Serres) y su competencia o autoritas para "pensar" el presente con suficiente "justeza". Increíblemente, hablaríamos aún del viejo anhelo parmenídeo -se pretenda o no, se encubra o no- de reducir el ser a un ente estático, permanente, persistente, apegado, "arraigado", es decir: un ser puramente espacial (un ser "local", que no viaje -más que en premio o vacación tras el deber (local) bien cumplido-, que no hable idiomas, que tenga un “curro” al uso de los de toda la vida, que trabaje aquí-y-ahora, que abrace resignadamente su propio peso, un ser que, en lo posible, se autoimponga "cargas" y "cruces" que tal vez odie (sociales, familiares...) para tomar así aún mayor conciencia, para (auto)-confirmar esa vieja profecía de que no nos es posible ni lícito alcanzar otras 'gravedades' (también morales) hasta hoy impensadas, para que se autocumpla ese cruel veredicto (inquisitorial) de que, como seres mortales, nos estará eternamente vedada la "contemplación" de lo divino, el acceso a otras dimensiones no terrenas (¡más de tres y también más de diez!): dimensiones ciertamente inasibles, prohibitivas a toda luz (y a toda sombra!) para esos pre-juiciosos seres metafísicos del espacio, del aquí-y-ahora pesante (pues habría muchas especies de "nunc"), para cualesquiera promotores de un presente esencialmente doloroso e inmutable...

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Frente a un arraigo en-el-espacio, arraigo aparentemente esencial y consustancial, supuestamente no-negociable, frente a tal cosa yo ya podría ahora mismo defender y testimoniar sobradamente, con todo detalle, un ARRAIGO EN-EL-TIEMPO (sí, acaso un arraigo de naturaleza líquida, hiperfluida, mas NO por ello carente de resistencia, opacidad o turbulencia, ¡bien al contrario!), arraigo que, pese a llevar ya algún tiempo prendido, instalado en nuestro ser más íntimo, muchos parecen no haber comprendido o experimentado jamás de un modo afirmativo, arraigo cada día más difícilmente armonizable con esa exclusiva, dictatorial y 'pesante' gravedad primera (terrestre) que tanto proclamáis algunos, aunque de algún modo un tal arraigo temporal (líquido, inesencial) subsuma lo espacial (geográfico, gravitacional-primario) en muchos casos. Muchísimos niños y jóvenes de hoy en todo el planeta (incluida tu propia hija Laura, aseguraría) viven, lo quieras, lo creas o no, ya irreversible y felizmente inmersos en este tipo de arraigo de-su-tiempo (que inevitablemente conlleva un des-arraigo espacial, como byproduct , peaje colateral…), arraigo no menos 'afectivo' ni 'efectivo' que el viejo arraigo geográfico. Tal arraigo-en-el-tiempo es necesariamente inmaterial, leve, flexible, histérico (inestable), des-localizado, monádico, expansivo y separador (más allá de atribuciones culturales "anglosajonas" ya demasiado prejuiciosas e imprecisas a estas alturas de la historia, que es global e 'intercontaminante' -hasta en sus virus!- y en ambas direcciones –norte->sur->norte, pese a quien pese). Pero este arraigo en-el-tiempo, arraigo 'diferencial', es también, por otra parte, arraigo INTEGRAL, multidimensional y 'robusto' (persistente en su ausencia espacial, profundamente REAL, jamás "virtual" -viejo término acuñado por espíritus perezosos e ignorantes-), y todo ello visto desde el punto de vista de las vivencias, percepciones, posibilidades e intensidades vitales que potencialmente desencadena y otorga (una cierta multitud de desheredados, olvidados, despistados, idiotas o débiles de espíritu se erguirá siempre, en idéntica medida a ambos lados espacial/temporal del viejo o del nuevo arraigo)...

         *****

Arraigo-en-el-tiempo implica hombres (cuerpos, almas) en estado de expansión irreversible al igual que sucede con la totalidad del cosmos, en razonable sintonía con él, sin antropocéntricas oposiciones críticas entre sujeto y objeto, entre el hombre y las piedras(astros), entre forma y materia. Tal como yo lo imagino, el futuro del ser humano, los pocos o muchos milenios que puedan restarle, será necesariamente espiritual (inmaterial) y monádico. Los seres tenderán cada vez más a una enorme distancia física (expansiva) entre sí, entre sus cuerpos; distancia compensada, 'simetrizada' por ese "aislamiento hiper-conectivo" del que siempre hablas con tanta preocupación, pero sin que ello sea ni mucho menos algo tan comprometedor, tan amenazante para su existir, llegue a ser cual sea y como sea. Simplemente, los contactos, los lazos y las gravedades se habrán multiplicado y habrán cambiado de naturaleza. (Estoy seguro –por bárbaro que pueda parecerte a simple vista- de que en los futuros Derechos Humanos, en próximos milenios, existirán "derechos de alejamiento" con respecto al resto de seres, derechos registrados como "distancias físicas mínimas a respetar"). Sólo desde la idea de un arraigo-en-el-tiempo, infinitamente más rico, más intenso, más benévolo, en suma, bastante más humano y menos cruel que ese viejo arraigo del espacio (pesado, terrestre), sólo desde un tiempo arraigado es posible positivar esta distancia entre mónadas, también esa simetría patente en una paralela necesidad conectiva 'a distancia': tal simetría consiste precisamente en la emergencia de un "yo-distribuido", multipersonal y multiespacial donde sobrarán ya los viejos conceptos de autoría (artística, intelectual, incluso biológica) o afirmación más o menos patológica del "yo-individuo<" tal como en los dos últimos siglos hemos padecido... Precisamente, el "yo-individual", su pulsión autoafirmativa ha tenido mucho que ver hasta ahora (acaso como consecuencia directa), con ese exceso de proximidad, con esa suerte de 'hacinamiento' vital al que los seres humanos han vivido hasta hoy, de algún modo, destinados ("el infierno son los otros"...). Ante la nueva gravidez expansiva, de "no-hacinamiento", ante esa distancia inter-corporal en expansión, el arcaico "yo-individuo" no tendrá ya tal necesidad de afirmación patológica frente a los otros: paradógicamente, desde su nuevo arraigo en-el-tiempo, su afirmación individual, monádica, sucederá entonces en el espacio 'libre', vacío, en un espacio físicamente 'exclusivo' (como lo son, desde siempre, cualquiera de los órganos biológicos de su cuerpo): hiper-extensión del cuerpo físico acompañada de una extrema “proximidad-de-espíritus, aquella donde lo común tendrá una nueva naturaleza hasta hoy imposible: la posibilidad de un tiempo auténticamente, íntimamente compartido (hasta ahora, hemos vivido totalmente incapacitados para acceder a un tiempo realmente común, un tiempo cuyo estatus compita en evidencia con la dimensión espacial, dimensión sobre la cual se ha fundado tradicionalmente cualquier idea de comunidad, enfatizándose así esa vieja metafísica-del-espacio que aquí se pone en completa tela de juicio) . Por lo demás, si hablases ya hoy mismo por ejemplo, con hombres tan excepcionales como el cosmólogo Stephen Hawkins, te confesarían -por experiencia propia- que, a fin de cuentas, el peso del cuerpo y la gravedad terrestre no son cosas tan importantes para nuestra supervivencia, ni por tanto tan 'esenciales' como hemos creído hasta hoy... (a su modélico ejemplo –tiene gracia!- y testimonio de lucha jovial desde lo puramente humano, a su propio entusiasmo ingrávido muy por encima de su condición de sabio, me remito).

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Sucede que EXISTE EL TIEMPO, el tiempo cuenta. Con el tiempo, las verdades llegan a ser falsas y viejas falsedades reverdecen hasta resplandecer del modo más inverosímil. No hay permanencia ni sustrato alguno, no hay ente estático posible. El tiempo revienta lenguaje y pensamiento, los vuelve por momentos irrisorios (y esto, por conceder infinitas segundas oportunidades a lo escrito, cosa que jamás dejaremos de hacer). Tiempo inyectado al tiempo (IIya Prigogine), sin temor alguno, sin odio al movimiento, a la deriva medible, a lo cuantificable y concreto, ni tampoco a ese movimiento salvaje y telúrico que arrasa cualquier posible sustrato instante a instante. Tiempo positivado. Corrupción feliz de los cuerpos y las cosas. Defiendo firmemente que existe (yo lo experimento con total intimidad) un arraigo-en-el-tiempo, una felicidad en la deriva permanente, incluso una dicha en el desarraigo, en ese irreversible alejamiento físico-espiritual con respecto a aquellos lugares, cosas, tareas y seres, cuya presencia en algún momento ocupase el centro de nuestras vidas.

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Y, tal vez desde la profunda asunción de un arraigo-en-el-tiempo, la política y la ACCIÓN TRANSFORMADORA reales no sean tan imposibles como hoy pueda parecer a algunos. Tal vez es factible combatir cualquier "cerco" desde su propio interior. Bastará entonces -¡y nada menos!- con vivir y "ejercer" la voluntad necesaria (esa forma-de-vida), pero hasta sus últimas consecuencias, agotadoramente, peligrosamente, extremadamente (sin moderaciones, concesiones, interrupciones ni subterfugios derivados de falsas 'responsabilidades' más o menos impostadas). Visto desde una perspectiva suficientemente afinada, radicalmente dinámica, tal vez el presente (ni 'estructura', ni 'función') ya no sea esa "confabulación" tan robusta y trabada o desactivada que aparenta (desactivada... ¿por un bárbaro “poder económico”? ¡¿y qué son el "trading" y la "guerra" sino dos de las mil voces del tiempo en su estado más libre y auténtico?). Aprovechar sus grietas, colarse por sus intersticios líquidos o vaporosos, en permanente creación y destrucción es a partir de hoy labor tan agotadora como infinitamente sutil. ¡Mas es tarea posible! Los edificios del arte, los del pensamiento, los de cualquier forma posible de trascendencia, serán a partir de ahora cada día más laboriosos, requerirán una entrega aún más TOTAL si cabe, el compromiso pleno de una vida conectada al tiempo desde el tiempo; a la vez, simétricamente, se requiere una consciencia plena de ese nuevo yo-distribuido, emergente, trans-individual, disperso, no-patológico, nodisciplinar, anónimo: consciencia sin la cual jamás llegaríamos ya a parte alguna en nuestras búsquedas (ya sea como "individuos" más o menos nostálgicos de un pasado espacial, ya sea como nuevos "yo" trans-individuales).

Nuestros pétreos edificios y catedrales, cuya posibilidad colapsada, temporalmente diferida, estable, espacialmente arraigada hace ya tiempo que voló por los aires, sólo podrán ser desde hoy naturalezas líquidas y fluidos perpetuos: fluyendo de la verdad a la falsedad o de la falsedad a la verdad como virtuales extremos de un caudal cuya mayor energía potencial reside desde ahora en los "promedios", en las interpolaciones así como en los detalles insustanciales o inputs mínimos, inesenciales: aquí hallaremos los auténticos intersticios, las grietas sutiles de cualquier posible “cerco” a la forma-de-vida (Tiqqun), verdaderas singularidades que asuman gozosamente cualquier forma de "corruptibilidad" o erosión (temporal) del ser, acaso renunciando definitivamente a su sentido último (aquí es donde creo que estoy plenamente contigo, Ignacio: si el sentido primero no puede ser sino temporal, dinámico, nuestro sentido último yacería estático, inerte, allá en el extremo final del caudal, un extremo que es la única verdad-sustrato posible que hoy resta, genuina y atemporal metafísica-del-espacio, singularidad última: nuestra propia muerte). Todo se invierte, pues. Lo común, cualquiera de sus posibilidades y arraigos, reside desde hoy en el tiempo y sólo en el tiempo, ocupando la dimensión espacial -con su vieja metafísicaun papel meramente expansivo y separador de almas individuales. Se crearán entonces comunidades de tiempos, fusiones de almas (como fusiones de átomos, con esa tremenda helio-energía de fusión). Con respecto a ese nuevo YO trans-individual, suave (soft), disperso, infinitamente distribuido…, conquistado –o recobrado- ya su propio espacio (cuerpo-extendido) , en ausencia de “hacinamiento-vital” obligatorio, consustancial, los seres humanos pondrán aire de por medio sin comprometer posibilidad comunitaria alguna. Jamás las relaciones, fusiones e intercambios, jamás los lazos y arraigos habrán sido potencialmente más REALES e intensos.

Juan Pablo Arias (para Ignacio Castro).
Madrid, 10.05.2009.

 



Reformar en profundidad

Algunas dudas con respecto a tu escrito (y lamento no poder dar aclaraciones).

Comparto en gran medida lo que dices en el texto, aunque creo que hay en exceso una negatividad y varios tópicos que, por otra parte, son los que se manejan. Bien, te diré que estoy de lleno metido en esto del plan Bolonia, dado que formo parte del equipo decanal de la facultad y ello me lleva también a responder a tu llamada. Debo ser de esos que participan del síndrome de Estocolmo, como dices.

La Universidad necesita una reforma en profundidad. Durante los años ochenta este país generó universidades en cada ciudad y pueblo, no preocupándose por su calidad ni su eficacia. Se convirtió en un reparto político entre caciques locales. Esta es la raíz de un problema insostenible, si además sumamos la caída de la curva de la natalidad, que ya ha llegado a la Universidad. Se crearon figuras como la de profesores asociados que no ha llegado a funcionar nunca y, además, un cuerpo de catedráticos que, en la mayoría de los casos, se ha convertido en un reino de taifas donde se ejerce un poder reflejo de sus miedos, apegos e inoperatividad. Y de esto te puedo hablar porque los sufro en mi cercanía.

Ante tal mastodóntica situación, cualquier posibilidad de cambio es una oportunidad. Y Bolonia lo es. Esto me ha llevado a participar en todo este proceso desde donde me toca. Ya que se levantan las alfombras, yo estoy dispuesto a sumarme a la sacudida.

Te puedo decir también que en este sentido me siento europeísta porque yo estuve dos años en París, una vez licenciado, y el sentimiento de ciudadano de segunda era patente: las gestiones y papeleos para poder estar en unas mínimas condiciones eran tremendas. Creo que este proceso de convergencia facilitará algo este proceso para quien quiera moverse, sin menoscabo de perder la raíz de lo local. Ya ves, al final he decidido vivir en una localidad como Cangas y trabajar en otra como Pontevedra, que no creo que puedan presumir de globalización. Las ciudades son como son y cada uno decide vivir más apegado a lo local o a lo global. Lo que si creo es que este proceso está sirviendo también para un “frenazo” a los nacionalismos de todo tipo, en los que para nada estoy de acuerdo y que creo tienen un protagonismo casi patológico en nuestro país. Por otro lado, los estudiantes vienen con una inmadurez de responsabilidad social, no sólo universitaria, y los que tenemos hijos pequeños nos tendremos que poner las pilas de alguna manera. Esto se nota en las aulas.


Tópicos:

Bolonia no quita las clases magistrales, lo que dice es que es conveniente ampliar y diversificar la metodología, donde se produzca una mayor interacción profesor-estudiante, de nosotros depende. Lo que si es cierto es que esto no se puede llevar a cabo sin presupuesto y con una ratio grande de alumnos por profesor. Pero esto es un reivindicación de carácter laboral.

Uno de los males de nuestra universidad es que los estudiantes saben mucha teoría pero luego no saben qué hacer con ella, su alejamiento de la práctica laboral es patente. Y esto hay que corregirlo, porque no todos van a salir pensadores, esto no es real.

No es cierto que se pierda la libertad de cátedra, en ningún sitio lo dice. Esto, al menos en lo que yo conozco, es un miedo de los catedráticos a perder sus privilegios, tan malintencionadamente confundido con la libertad. Si esto es perder la libertad de cátedra bienvenida sea. Lo que ocurre es que nadie quiere rendir cuentas de lo que hace y menos coordinarse con los compañeros de trabajo. Todos parecemos seres autosuficientes, en el fondo llenos de complejos y miedos, pero ante todo que no se note.

El uso de las TIC hay que limitarlo, al menos en lo que a la enseñanza que yo practico, y he comenzado a poner en propuestas de ejercicios donde queda prohibido el uso de programas informáticos. Obligo a que el estudiante se enfrente con la lentitud de la pintura y aguante el reto, toda una tortura para alguno de ellos.

No creo que se pierda del todo el uso de las jerarquías, seguirá habiéndolas pero ahora entre graduados y masters que, por cierto, tampoco dice en ningún sitio que deberán hacerlo mediante créditos bancarios. El sistema de créditos para la financiación de estudios existe hace muchos años. En Francia existían en los ochenta, cuando yo estudié. Se devolvía en plazos largos y sin intereses. Esto es lo que ha empezado ya a hacer algún banco. Esto no supone que se quitarán las becas, no lo dice en ninguna normativa de Bolonia. Otra cosa diferente es que nuestros políticos aprovechan la ocasión para eliminar cosas, pero de esto hay que acordarse cuando se vota, el que lo haga.

Creo que tienes una razón importante en el apartado del conocimiento, nos ha de venir encapsulado y de fácil consumo y asimilación. Frente a ello solo podemos defender y hacer y practicar la sabiduría, que creo tiene que ver más con la experiencia pausada y que predispone al sujeto para enfrentarse a lo nuevo con temple para dar una respuesta, la adecuada en cada momento.

Me vas a permitir que te apunte un aspecto que no has tocado lo suficiente y que a mí me preocupa tremendamente; aparece de manera muy oculta en tu texto y quizás hubiese merecido al pena darle una mayor fuerza. Se trata de las agencias de calidad, paso imprescindible para la homologación. Se están convirtiendo en las grandes máquinas de poder, las que otorgan el sí o el no de la gestión y el trabajo, las que dan los certificados ISO y demás. Estas están marcando los ítems a partir de los cuales vamos a tener que trabajar y vamos a tener que cumplirlos si queremos estar ahí, en la enseñanza, en la gestión, en el mercado,.. O ¿nos tendremos que quedar en casa?

Estamos ya trabajando para estas macroagencias de no se sabe qué, que van a ser las vigilantes, como dices, sin cámaras. Pero de nuevo me surge aquí una duda. Hasta ahora la función pública ha tenido, a mi juicio, un escaso control. Nadie pregunta por la calidad de los trabajos de los funcionarios, todos no quejamos de esos largos cafés del funcionario a media mañana, pero algo habrá que hacer para pedirle cuentas, un rendimiento mínimo, y si se esfuerza, de alguna manera habrá que compensarle. Esta es una paradoja. Creamos una maquinaria funcionarial tremenda sin control; luego nos damos cuenta, creamos otra maquinaria para controlar la primera y lo que a fin de cuentas está resultando es un poder paralelo no menos burocrático, donde todo adquiere una dimensión poco acorde con lo real.

Bueno, lo dejo aquí. La verdad es que te felicito por tu texto, creo que apuntas a una disconformidad patente y adviertes de peligros que se nos vienen encima. El problema es, como siempre, dónde está la salida.

Por cierto, ayer en las noticias se nos decía que Obama recula y no eliminará los juicios sumarísimos para los que están en Guantánamo, algo que había prometido en su campaña. Una vez más se confirman las sospechas.

Un abrazo, Juan Carlos Meana