Buenos días, amigo. Sí, me costó un poco sobrevivir a la mañana del viernes, pero llegué tan contento de Barcelona que eso compensó el cansancio.

No, no te has enrollado mucho en esas notas sobre tu pregunta, en absoluto. Parte de lo que apuntas me habría venido «de perlas», antes de terminar el libro, para hacer algunas precisiones que faltan en Ética del desorden. A pesar de que en él es esencial el concepto de lo ahistórico, y en ese sentido mi libro tiene mala relación con algunas concepciones «absolutistas» de la evolución, lo que me comentas de Bateson, Piaget y Leroi-Gourhan me parece muy interesante para mis propias elaboraciones. Seguro, por ejemplo en el capítulo del lenguaje, que esa investigación de Leroi-Gourhan sobre el gesto y la palabra habría sido muy útil. Al fin y al cabo, yo sostengo algo así como que la palabra es una emanación, una secreción del «gesto» de las cosas…

En fin, le daré una vuelta detallada a todo esto que me planteas, buscando bibliografía que puede ser útil para un pequeño libro que está en marcha: «Cualidades ocultas», o algo así.

Me encantó además tu definición de «situacionismo trascendental», con la que me reconozco casi al cien por cien. Y sabes que yo también lo pasé muy bien en esa tarde y esa noche. No solo el acto de «presentación» fue de los más vivos y entrañables que recuerdo sino que, efectivamente, la prolongación nocturna, donde había bastante gente que no se conocía, fue muy divertida. Y plagada de personajes inolvidables.

Mil gracias por todo, S., y hasta muy pronto. Deberíais acercaros los tres este verano, con quien queráis, a ese portento silvestre del noroeste llamado O Picón.

Falamos. Un fuerte abrazo,

Ignacio

Madrid, 18 de marzo de 2018