Buenos días, R., T. y demás amigos,

Este buen neurótico (definitivamente, el calificativo no sé si es un insulto o un halago) se siente muy honrado por provocar, por un vez, tan encendida respuesta. Pero por otra parte da un poco de pereza el tono de R., ligeramente forzado, al menos si tenemos en cuenta que no hay cámaras a la vista. Mi breve texto, sobre un tema impuesto que no me apetecía, sacado de una carta de respuesta a las preguntas de una amiga, ha provocado más de una reacción de muy distinto signo. En general, os diré que sólo una parte de la elite ilustrada se ha mostrado inquieta. En el resto de los conocidos más bien he notado cierta sensación de alivio al ver en Je suisGaza estructurarse una opinión que, no sólo por razones lingüísticas, cuesta formular.

En fin, comprendo que esa hoja sea polémica y me hago cargo de tal responsabilidad, al fin y al cabo no me he limitado a repetir lugares comunes. Lo que me cuesta compartir es el tono y la textura de lo que escribe R., hilando cosas muy distintas. Para empezar, ni siquiera parece estar dirigiéndose a mí directamente, como si hablara con otro. Después, siento repetirme, ese calificativo de «buen neurótico» es un poco raro. Me extraña, particularmente, lo de buen: ¿por qué no malo? Decir neurótico, por lo demás, es no decir nada: hoy la neurosis se le supone a cualquiera, tanto como antes el valor.

Sé que lo dices para animarme, R., y supongo que para generar lazos, pero incomoda un poco. Suena a neurótico «profesional», en vez de amateur, que me parecería más justo. Parece que soy un profesional de un sólo síndrome, y no un aficionado que puede jugar con varios. Por ejemplo, la psicosis de alto rendimiento, la baja inhibición latente… Todo ello en aras de una urgencia política:desconectar de los medios, ser libre en la percepción, escuchar por fuera. Aquí el radiante Russell Brand que nos ha regalado T. creo que va a ser por mucho tiempo una compañía indispensable.

Para empezar, me siento muy a gusto en tener poco que ver con el enfoque de ese autodenominado «payaso filosófico» (sic), Žižek. Entiendo bien el sustantivo, entiendo menos el adjetivo: ¿filosófico? Siempre se columpió con el sentido, como decía una amiga psicoanalista (esta vez no judía). Desde hace años y años, se rinde en todos los momentos filosóficamente capitales, como si su semblante loco tapase en realidad una cordura ilustrada que raya siempre todas las convenciones. ¿Comunista? JA. Últimamente he entendido mejor la dureza de Laclau con él. Pero sobre todo, en lo que atañe al caso, es significativa una indisimulable animadversión a todo lo que huela a islámico, aversión frecuente en la cultura del Este y muy bien admitida por los medios, incluidos los que odian a Rusia.

¿Palestinos? No, Žižek se sigue columpiando con el sentido. Es cierto que Francia o EEUU no se atreverían a esa concentración de la masacre. Pero no son los judíos los que les convierten en símbolo. Es más bien la simple devastación material de la que son objeto, sin focos y con ayuda de la primera potencia democrática, sumada al maltrato del que siempre hemos hecho objeto a los «sucios árabes».

Después, R., seas buen o mal neurótico, sobre ese error mío de pensar que Charlie Hebdo no había satirizado el judaísmo o el estado israelí, ya me expliqué suficientemente en otro lugar y no tiene mayor importancia. De hecho, las dos versiones, en la web y enfronterad, ya están cambiadas en ese punto. Resulta que nunca fui «lector habitual» de Charlie, como tampoco lo soy de El Jueves u Hola, de ahí que haya calculado mal todas las direcciones de ese negocio satírico.

Me asombra que entre nosotros haya que empezar, cada vez que se quiere decir algo un poco distinto, por comulgar con el habitual ritual de condolencias y condenas morales. Está claro que son obvias, que cualquier neurótico medio tipo Je suis empieza por ahí, sea de manera expresa o no. No hay más necesidad de insistir, sobre todo si se quiere pasar enseguida a lo que no se menciona en el cacareo general. Comprendo tu incomodidad, pero no sé si eso te da derecho a trenzar como te venga en gana los argumentos. Primero, te olvidas de la primera frase: «Después de las necesarias condenas». Con eso basta para expresar mi posición moral sobre este asesinato, cuando la prisa del texto (en los márgenes del coro «mundial») era pasar a otros signos que no se formulan. Dejo para el comunista Žižek prolongar una labor de plañidera en la que hay desde hace días overbooking.

Después viene por tu parte el colmo de la mala fe, rozando la falsificación. No niego en ningún momento que estos tres protagonistas sean terroristas y asesinos. Aquí no puedes no haber entendido. Dije simplemente que hay un signo, al que no queremos atender, en el hecho de que muchos de estos terroristas fuesen hasta hace poco sólo raperos de barrio, pandilleros u horteras de polígono. La pregunta aquí es: ¿Qué tipo de coacción diaria hace falta para que, en la misma Francia , miles de esos poligoneros se radicalicen después en las mezquitas? Pues bien, Badiou (comunista o no, me parece que más fiable que Žižek) dio hace años una respuesta. Vuelve a Velo, ese texto escrito contra el maltrato de las niñas musulmanas en la escuela laica francesa. Curiosamente, que yo sepa, ha tenido que ser la Iglesia católica la que se hiciera cargo de ellas en medio de la Francia libre.

De ese mismo texto de Badiou recordé la idea, perfecta para nuestro racismo laico, de un Dios de los pobres. Tiene coña que haya de ser un Papa, argentino por más señas, el que tenga que decir algunas cosas de sentido común en esta aldea local histérica. En efecto, da un poco de vergüenza: mal deben estar las cosas en nuestra neurosis medio-socialista para que un servidor, o J. A., tengamos que citar al Papa. Conviene no meterse con las religiones, dice, corazón de todas las culturas (¡también en los altares de la lustración!), si uno no quiere provocar alguna respuesta destemplada. ¿Es esto defender el terrorismo? No. Es ejercer una mínima labor de análisis para ayudar a que la pesadilla cambie.

Y aquí hay que volver a recordar algo ya dicho. Es normal que el Islam, bombardeado en todas partes, tenga menos liberalidad y sentido del humor (a la hora de soportar las sátiras) que los triunfales cristianismo y judaísmo. Repito que los angloamericanos parecen haber entendido mejor esto, aunque Cameron parezca sólo un neurótico de bajo perfil. ¿El Papa? Casi da más vergüenza tener que citar a Obama, que ha invitado a los europeos a decidir sobre si los musulmanes (tal como son, con sus costumbres y su religión) pueden estar o no en Europa.

Esto otro me deja atónito, más aún si se cita al ateo Žižek: «el auténtico religioso no necesita reivindicar su fe». Como si la fe racional ilustrada no se pasara el día reivindicando, a veces con bombas de racimo A ver si lo entiendo: ¿Una fe está entonces para ser guardada en casa, al estilo del sucio secretito francés? Ahora  va a resultar que, escondida, la auténtica fe está en el silencio depresivo (Tiqqun) que reina en el centro de París, mientras en las afueras se despliega el habitual ruido bélico.

«Algunos de los valores que tanto nos ha costado conquistar en la vieja Europa»: laicismo y liberad de expresión, etc. Pero aquí (siento decirlo así, R.) hablas como un miembro reciente de la veloz empresa Prisa. Tenemos que archivar ya, cuanto antes, los dogmas eurocéntricos del siglo XVIII (me temo que Voltaire incluido) si queremos entender algo de la complejidad que nos rodea.

Una cosa más que todavía no dije, pero pensé que era obvia. El mito de la libertad de expresión, su neurosis malhumorada en todo Occidente, es el reverso de un mundo donde la «libertad de acción» está neutralizada, anulada, congelada en los cauces numéricos de la micro y macro economía. No hace falta ser un radical, ni seguir a Agamben o Badiou, para firmar esto. Hasta Žižek, cuando se calme, podría entenderlo.

En fin, estoy de acuerdo con T. y A. (aunque ella no menciona mi breve hojita). En medio de esta merienda de blancos que ignora la carne de segunda en Nigeria, no tiene mucho sentido elevar el tono entre nosotros. Mañana volveremos a nuestro propio infierno, sin llamas ni Kalashnikov. Volveremos a este endeudamiento anímico, una cárcel flexible donde se muere a plazos y de forma crónica. En verdad, no sé si Podemos será suficiente para esta casta invisible de la coacción al silicio y su sonriente violencia capilar.

 

Un abrazo y mucha suerte a todos,

Ignacio

 

Madrid, 19 de enero de 2015