De la mano del autor de High noon, entre otras, tenemos ante nosotros un clásico del cine, avalado además con una plantilla de actores de primera fila: Orson Welles, Sara Miles… Sin embargo, a Zinnemann parecen importarle más los entresijos humanos y psicológicos de aquella oscura trama que aborda los sucesos puramente externos que han pasado a la Historia. En realidad, la trama histórica sirve muy bien a un caso ético, la resistencia de un hombre excepcional ante los abusos del poder. A la muerte del anterior Lord Canciller, Thomas Moro, un hombre sencillo e inteligente, es nombrado para sucederle en el cargo precisamente cuando el rey de Inglaterra, Enrique VIII, necesita de ese cargo para avalar una rebelión contra el Papa y la toma de la jefatura de la Iglesia cristiana en la isla. El motivo no es otro que poder rechazar a su legítima esposa, Catalina de Aragón, con quien no puede tener hijos ni herederos, para casarse en segundas nupcias con Ana Bolena. El conflicto surge porque la autoridad papal no concede la anulación del matrimonio anterior, y la intención del rey es hacerse con la jefatura de la Iglesia de Inglaterra y al mismo tiempo repudiar a Catalina. Por tanto, entre otras cosas, la Reforma anglicana aparece en esta película como una cuestión política, de intereses internos.

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