A pleno pulmón, como los tísicos
Son inevitables las repeticiones en este texto, pues hay cosas tan difíciles que han de volver cien veces para que las creamos. No importa si tal o cual idea no es exactamente fiel a la intención del autor de Todos los días. Importa que esta lectura corra en paralelo y dé lugar a un encuentro. Para que eso ocurra, hubo que escoger y acentuar en una larga maraña.
Destituyendo al sujeto para que acontezca lo real, la poesía es la verdad, la ciencia paradójica del ser único, trabajando el instante donde ocurren las cosas. De ahí su estatuto cultural tan equívoco. Por una parte, venerada por la imaginería popular. Por otra, condenada por las élites a las afueras de la ciudad, encerrándola en esa jaula dorada de unas veladas íntimas que han de suceder un poco antes de la noche. ¿Para que el dormir reparador la convierta en un sueño que no contamine la industria del día?
El poeta se hace preguntas secretas, el filósofo se hace preguntas secretas. Todo el mundo se las hace, con más o menos discreción, con mayor o menor disimulo. Por miserable que sea, no hay hombre que no sepa algo del dios de las preguntas sin respuesta.