Compromiso social y literatura

1. Sofía Lancho*: En todos los talleres y libros sobre literatura hay siempre un tema que se repite: la relación del texto con el autor y sus circunstancias. ¿Crees que se puede escribir un libro sin dejar que el mundo del autor se refleje en él?

Ignacio Castro Rey: No, no lo creo, pero “el mundo del autor” es una expresión extremadamente ambigua, de la misma manera que lo es la palabra “reflejo” o “biografía”. Se podría decir que existe la literatura, sencillamente, porque en una serie de cuestiones cruciales estamos solos, sin remedio y sin mundo. “Vivimos como soñamos, solos”, dijo una vez Conrad, y creo que sin tomar en serio algo de esta verdad, la literatura antigua y moderna se vuelven incomprensibles. O reducidas a una colección de tópicos eruditos, lo cual es todavía peor. Una cosa es que en Lispector, en Walser o en Sebald se reflejen estratos de un entorno. Algo muy distinto es que la literatura se limite a eso. Si hay un autor, hay un salto mortal por encima de la sociología de las “circunstancias”. Si hay literatura, es ella la que explica el “contexto”, y no lo contrario. La literatura existe debido a una ambigüedad radical en lo que llamamos mundo. Únicamente la inflación de la sociología en la modernidad, este desarrollo científico que difícilmente podemos separar de las tecnologías de doma del hombre, ha permitido desdibujar el escándalo de la ambivalencia real, este suelo sísmico del que brotan la novela y la poesía.

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