Querido M.,

Tu libro es difícilmente olvidable, luminoso, oscuro, obsesivo, profundamente honesto. Todo él parece construido en torno a una experiencia nocturna central que no deja de variar, irradiando un crisol de albas y luces, no siempre sombrías. Un poco como los nómadas, de los que decía Toynbee que peregrinaban la vida entera porque se aferraban a una región central que no cabe en ningún sitio.

Así tu libro. Animal insomne tiene momentos particularmente notables. Escucha cómo suenan, en boca de otro, algunos instantes que has labrado: río oculto de tomillo; acantilado sin caminos; los milenios inmóviles, el asombro de los abedules; olvidado bemol en la memoria; el silencio es lo que tengo; inmune a la luz lunar; amor inmóvil; No sé si esta noche te amo o te olvido; Viento circular al alba… ruinas de aquella tarde de amor; el dolor del colibrí; a lo lejos nadie vuela; el silencio milenario de tu desaparición; preludios de pájaros al rocío; el devenir borrado por el fuego; paraíso amarillo, único destino; un silencio extraído del océano; a ambos lados del invierno; arterias de tu ausencia; Cada noche, una vez más, no estás; No hay mandorla en las cenizas; el inaudible viento de los tejos; pentagrama hereditario; noche de basalto y tomillo; el humus arbóreo de la noche; muriendo a solas sin miedo; Tú dices, una brizna involuntaria; los hangares del sueño; Busco la calma de los vientos; Sabes que debes alejarte; interrogo a los cantiles; Respiro en la humedad de los acebos; Los árboles permanecen callados ante la llegada del invierno; restos de amor vuelan sobre mi nostalgia; Hay una aurora en la mitad del camino verdinegro; animal de luz partida; la tristeza de ningún amor; las aguas oscuras las medusas caídas… Hay música en esta corriente, aunque sea la de una partitura que discurre con lo que calla, guardado en el centro.

El tono general es, tal como eres y tal como es la etapa por la que probablemente estás pasando, inevitablemente congelado, a veces casi tétrico. Sin embargo, seguiría destacando la variación -a veces muy sencilla y común- de esa tristeza. Y quizás no tanto momentos donde se repite el mantra de algunas palabras cruciales: ceniza, insomne, inmóvil, silencio…

También el silencio, en tu libro, se mueve. Todo él emana autenticidad. Por tanto, poco habría que decir «sobre» él, aparte de callar y escuchar.

Curiosamente, dentro de esta admiración que me invade, que el tiempo es lo inmutable, es una idea que se repite en Ética del desorden, en el capítulo llamado «Lugares del tiempo».

Animal insomne contiene, en esa línea de variación donde hasta la noche debe fluir, preciosas imágenes minerales y animales, incluso en la pura y simple música de los nombres: ammonites, obsidiana, cinabrio, ágata, crustáceos, estramonio, coleópteros, ojos azul metileno, sílex, muérdago. Como de otro modo se hacía en Roxe de sebes, consigues encontrar voces en las cosas, para tantos otros mudas. Lo quieras o no, por tanto, no estás solo.

Me podría preguntar -pero no sé si tengo derecho a hacerlo- si, a nivel personal y estético, no deberías intentar alejarte un poco de ese Maëlstrom aparentemente «inmóvil», que no lo es, y derivar  hacia climas más benignos. Tal vez por ti, por tu trabajo artístico y por I. Los hijos necesitan flexibilidad, una cierta dosis de humor, hasta de frivolidad mundana. El mundo de ellos ya es suficientemente áspero.

¿No convendría empujar esta potencia formal que tienes para darle todavía más variedad y hacer salir tu trabajo de la seguridad de la tristeza? Tú mismo lo dices: Sabes que debes alejarte. Tu peligro no es serle infiel a Ella, sino serle demasiado fiel, empozarte en las telarañas de una memoria inflexible.

Pero todo esto lo digo con la boca pequeña, como una nota a pie de página de una lectura que me ha admirado.

Al margen de todo esto, y de mucho más que debía escribir, sólo detecté cuatro erratas y una duda: en las páginas 21 (las penumbra), 53 (limite: falta tilde), 100 (sobretodo, junto) y El cazador de Kurosawa (creo que deben ir en cursiva sólo las dos primeras palabras). La duda está en la p. 105: «oscurece pronto será de noche»; no sé si falta una coma o no.

Tómate todo esto que digo como lo que es: frivolidades a pie de página, por decir algo. Lo propio de esta lectura es, después viajar con ella, callar. Y posiblemente en tu libro todo son aciertos, hasta las aparentes erratas.

Gracias por él. Un abrazo fuerte y hasta pronto,

Ignacio

Picón, 13 de julio de 2017