Querido Ll.,

«La rendición y el sistema», en parte, fue sugerido para explicar aquella frase de la adorable G. en la cena, ¿recuerdas? ¿Qué tiene que ocurrir para que una joven como ella se vea obligada a hablar en esos términos?

En realidad, la idea central del artículo es que ya vivimos en una extrema derecha con rostro humano, una radicalismo violentamente xenófobo, aunque empotrado en un progresismo apacible. Por eso en todas las cuestiones realmente cruciales derecha e izquierda dicen esencialmente lo mismo. Recuerda ese temible párrafo de Baudrillard que cito.

La extrema derecha oficial solo le da una forma pintoresca y gritona, posiblemente preventiva (a la manera de un chivo expiatorio), a un racismo multicolor que está radicalmente asumido en la social-democracia media europea y «americana», esa que constituye lo que llamamos el sistema.

La tesis central del artículo, por tanto, es que las democracias han degenerado en una normativa gigantesca, una especie de totalitarismo disperso que prolonga los torpes ensayos de antaño. Las sonrisas inclusivas expresan, con el rostro más tranquilizador posible, la ofensiva implacable de una Biocracia que no tiene antecedentes. Somos los dignos herederos del III Reich, pero of course, con la fluidez del inglés.

Afortunadamente, tú entre ellos, tengo muy buenos amigos. Pero en lo que a mí respecta, ese fondo ontológico de odio me recuerda cada día que vivo en un mundo de espanto. No sé si el cine de Wes Anderson podría ayudarme. El prójimo se ha convertido en un misterio, porque «todo el mundo» (con honrosas excepciones) no quiere despegarse ni un milímetro de la visibilidad. Se temen a unos márgenes donde se cuece una inimaginable soledad o, peor, donde uno puede ser acusado de cualquier cosa. Pero gracias a nuestro limpio ecologismo las hogueras con las que hoy se castiga al disidente toman la forma, si a uno se le presupone cierta entereza, de un silencio excluyente.

El resto de las cosas que menciones -la caza, el despotismo chino y ruso, Erdogan, los vegetarianos…- son detalles discutibles, pero solo como epifenómenos de una violencia afelpada, un sordo odio de fondo. Estoy con cualquier opio del pueblo, con todos los que resistan a este IV Reich de cuño estadounidense. Por toscos que parezcan y aunque adopten a veces ademanes también preocupantes. Por ejemplo, en nuestro panorama kafkiano de hijos de puta con trajes impecables (ay, ese Trudeau), Xi Jinping me parece casi un santo.

Es un reto para el pensamiento, lo reconozco. También para la paciencia, pues algunos hemos de echarle humor para no sucumbir en cualquier salida precipitada. Con todo, el texto conoció una fortuna ambigua y desigual. Curiosamente, uno de los pocos psicoanalistas que le interesó me dijo que le impresionó la expresión «estamos dirigidos por veganos espirituales «. Él dijo que la otra cara de ese capitalismo vegano, verde, es el canibalismo. Estoy básicamente de acuerdo. Estamos dirigidos por gente que devora carne humana, una materia prima que permanece escondida en la radiación de la visibilidad. Por esa naturaleza sonrientemente vampírica, la laya descarada que nos gobierna puede permitirse el lujo de rechazar la carne animal, la sexualidad clásica y un largo etcétera. Devoran la linfa de una humanidad cada día más adelgazada, aunque padezca conectividad mórbida.

Casi echo de menos la relativa humanidad de Angela Merkel. Como ves, no pierdo el sentido del humor. No nos va a sobrar. Que Dios nos lo conserve a todos.

Como amigo, Ll., he de decirte que no tienes precio. Un abrazo fuerte para ti y para todos los tuyos,

Ignacio