Algunos errores de izquierda que ayudaron a Ayuso

Conmueve la perplejidad progresista ante los abrumadores resultados madrileños, pero este asombro depresivo proviene en parte de un narcisismo cuyas gafas ahumadas impiden ver lo que es obvio. No solo en Madrid, la gente está harta, muy cansada y queriendo volver a vivir. A pesar de la fácil repetición del tema del coronavirus en los medios, la población ha acabado sintiendo muchas otras pandemias: las restricciones a la vida y a la libertad de movimientos, el paro, el aburrimiento y la tristeza, la ruina económica… Los bares no son en España solo «pan y circo», que ya no es poco, sino también uno de los escenarios antropológicos donde se organiza la vida común, afectiva y económica. Si no hay terrazas, ni bares ni cafeterías, la gente tampoco toma un taxi, no va tan fácilmente de compras, no se divierte y discute de deporte y política, no hace negocios ni emprende tantas iniciativas. Tampoco, por supuesto, se desahoga después del trabajo, a la salida de un estrés laboral que esta bendita sociedad de mileuristas ha llevado hasta niveles de paroxismo.

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