Acabo de escuchar a Avishai Cohen en YouTube… hasta que me cansé, confieso que muy pronto. Iré encantado a su concierto en el Auditorio, N., porque tú me invitas y por si ocurre el milagro del no-jazz, del ajazz o como le queramos llamar al acontecimiento musical.

Qué colección más manida de escolástica que tiene ya más de medio siglo. Qué manera, la de Cohen, de estirar hasta el manierismo algo (entre minimal, free y otras ondas más clásicas) que ya dio todo de sí en mis discos de los 70′, aquellos que llegaban directamente a Santiago de Compostela desde Chicago, Londres o New York.

Casi todo lo que quedó resonando en mi oído hace 40 años, de Coltrane a M. Davis o A. Molina (después, Camarón y Rancapino), deja a la altura de una tediosa música de ambiente ese simple fondo sonoro que sólo sirve para tomar copas y poder hablar de cualquier otra cosa, y eso que rebusqué en Cohen. Esperemos el milagro del Auditorio.

El propio Jarret ya llegó más lejos. Por no hablar de cosas muy anteriores, más free y no menos minimal, llamadas por ejemplo Third, Fourth y Fifth. Este último LP, cuando ya la percepción extrasensorial de R. Wyatt había abandonado Soft Machine. Ya sé que no me creéis, ya sé que cuesta creerme, pero todo esto de Cohen (habrá otras cosas, esperemos ) está más que requeteoído, como buena parte de lo que hacen, en directo y en disco, casi todas las estrellas de esa escolástica burocrática llamada todavía jazz.

No me extraña el bostezo infinito que producía Wayne Shorter hace unos meses. Y que los aburridos países nórdicos, donde no puede ocurrir absolutamente nada, o aun (más significativo todavía) los antiguos Estados del Este, tomasen en su momento el relevo de esta nomenklatura sonora.

Iré encantado al Auditorio, pero esperando (como aquella tarde de Brad Mildhau) el milagro de un vuelo distinto, un accidente que suelte las amarras del dogma jazzístico y se acerque a otros lares menos funerarios.

Me parecería normal que mañana, para no liarnos, ni toquemos esto en el Skype de las 7. Pero os confieso que mi ambición para el Milestone de este años, como doble conceptual del evento sonoro, es que lo que digamos ni se parezca a esa macroseguridad con variaciones micro.

¿Es sólo esto la izquierda, en el plano sonoro y político, la variación minoritaria que eterniza el plomo mayoritario? No me hagáis caso, ya sabéis cómo soy.

Abrazos,

Ignacio

Madrid, 24 de marzo de 2015