Enseguida nos metemos en un relato denso, real, con toda la dureza de la vida no intelectual, eso que
teóricamente nos queda un poco lejos. Es posible que los escritores, lejos de la Filosofía y la Literatura,
se salven a través de los afectos, el sexo y la pasión. Esa guerra civil del reto amoroso, del orgullo que se
pone en juego hasta la humillación. Casi asombra, con lo estúpido que es el mundo de la cultura, que
nosotros podamos atravesar la crueldad del mundo como si realmente viviéramos, como si fuéramos
seres vivos, mortales y sexuales.

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Ignacio Castro Rey. Madrid, 16 de febrero de 2013
Publicado en La Frontera D