Gracias por la estupenda sesión-cena de ayer noche y por los dos envíos. Lo de la monja lacaniana parece bastante alucinante, ya lo leeré con calma. Después… a ver si tengo humor para meterme en lo de Miller-Badiou. Lo que me resulta incómodo de Miller no es que sea de derechas (como, por lo demás, es tanta gente) o haya apoyado la estupidez occidental allí donde podíamos cometer más crímenes masivos, sea en Irak, en Libia o en cualquier otro sitio.

 

No es tampoco que él sea parte, digamos, del «lobby judío» que atraviesa Francia de parte a parte y participe, por lo tanto, de la histeria islamofóbica que nos recorre.

 

Es sobre todo su estilo principesco lo que no soporto, su aire de niño maldito oficial… que recuerda al del idiota BHL. Es su afectación Über-narcisista lo que me pone enfermo, esa insufrible teatralidad superyoica con la que recubre casi todas sus pequeñas iniciativas públicas, como si fueran lo más importante del mundo. Como si Él siempre estuviera en el centro de no se sabe qué huracán (tradicional, pero bendecido por el psicoanálisis), del que los demás no nos enteramos.

 

En este aspecto y en otros, me parece incomparablemente más digna la figura del anciano Badiou. Aunque, naturalmente, tampoco él carezca de fisuras. Si tuviese humor y tiempo, creo que sería divertido hacer un esbozo de heteroanálisis de Miller. Una, digamos, «interpretación salvaje» de sus síntomas. Ya veremos.

 

Abrazos,

Ignacio

 

Madrid, 5 de febrero de 2015