Como en una rapsodia, en esta cinta pulula el horizonte completo de nuestros temas, todos los desfiladeros en los que han naufragado varias generaciones: el amor y la muerte, los hijos no reconocibles, el capitalismo, el declive de los viejos ideales, la pervivencia de la amistad en el paso implacable del tiempo, la revolución que fue imposible, la religión que también parece imposible, las drogas… Continuando la saga que Arcand comenzó en El declive del imperio americano (1986), ahora un acontecimiento irresoluble, la agonía del vitalista Rémy, reúne a los amigos dispersos en torno a una última fidelidad. Todos los «ismos» han muerto, incluso se han revelado parte del sistema, pero queda aún una última militancia posible en la cultura del afecto, en la fidelidad a los sentidos. Al menos, esto parece querer decirnos la piedad difícil de Arcand. Como en Goodbye Lenin, Las invasiones bárbaras cultiva particularmente la devoción de los hijos hacia los padres, incluso hasta el extremo de la mentira, de la corrupción. Sumando la rabia a su impotencia, los amigos de Rémy, también su hijo Sébastien, resisten en el borde mismo de lo tolerable.
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