Hola otra vez, L.,

Ayer, para no molestaros más, hicimos que nos íbamos a por una copa y desaparecimos, creo que ya cuando Asaf estaba terminando. Lamento si incordiamos a D., que estaba muy entregada. No sé mi amiga E., pues cada persona es un mundo, pero a mí realmente Asaf Avidan no me interesó nada.

Y lo siento de verdad, ya se lo explicaré a N. Y le pediré también que no deje de invitarme pues, aparte de que cualquier día surge el milagro, la verdad es como mínimo hago antropología (ayer mismo) y en ese sentido disfruto. Pero no, no me gustó la música de Avidan. Me gustan todo tipo de músicas: de hecho, el «cantautor» norteamericano que te comenté ayer, que sale en Youth, podría estar en este registro: acústico, intimista, recitativo, lírico… Él (no recuerdo el nombre) es una joya, no así, en mis oídos, Asaf.

No solamente lo encontré musicalmente pobre, sino que tampoco conecté con su timbre de voz tan agudo y su puesta en escena, tan «aguda». En este punto lo encontré, sencillamente, encantado de haberse conocido, lo cual contribuye a distanciarme más. Que el bromee con el calificativo de «gato atropellado», que al parecer le dirigió un crítico, no mejora las cosas. Por ahí podría pasar, pero que además el gato esté, más que atropellado, completamente reconstruido y maquillado, de la cabeza a los pies, me parece muy poco musical.

No sé si me perdí mucho en las letras, que entendía a medias. Me queda también la duda del efecto subjetivo, en otros, de algo así, que a lo mejor es muy musical y sirve de puente para otras cosas. Sobre este punto me queda un margen de duda: una película puede no gustarme, pero comprender que tiene buenos efectos perceptivos en otros y que facilita un aumento de la visión o la escucha. Qué sé yo.

En fin, ya sé que no estás para nada de acuerdo conmigo. Pero, con mis atávicos temores, te juro que fui con buena intención y que hice allí todo el esfuerzo posible (salvo ya al final) para conectar. No ocurrió.

Otra vez será. Abrazos,

Madrid, 7 de noviembre de 2016