Querido J.,

He corregido casi de un tirón tu libro. Como he estado muy atento a las tildes, a las posibles erratas, a los puntos y las comas, necesitaría otra lectura pormenorizada para decirte algo más preciso de su contenido, que me gustó. Quizá cuando ya esté publicado.

En general, faltaban puntos y sobraban muchas comas (en frases subordinadas muy largas). He retirado los guiones que dividían palabras, he puesto muchas tildes, etc. Míralo así, a ver cómo lo ves.

Alguna observación más. En algunos momentos -por ejemplo, cuando hablas del «top»- te nombras en femenino, pero en general te nombras en masculino. Mira eso. Cuando pones que tus padres «aciertan», o que debían «acertar», entendí que casi siempre era «aceptar» y lo cambié. Repásalo también.

Tu libro me gustó, es elemental, «antiguo» y moralista. Como yo. Me ha venido bien, de nuevo, descender a esta sencillez que, al menos en la escritura, está muy lejos de mi alcance y yo tendría que conquistar. Tu libro es a veces naïf, a veces sentimental, a veces obvio, personal o ingenuo. Pero todo ello está muy bien así, es muy auténtico, y no lo he tocado en nada. Incluso las obviedades están bien y es bueno que alguien nos las recuerde.

Yo soy igual que tú, tal vez por eso corregí tus libros: humanista, con la voluntad constante de ayudar y ser bueno… Pero con la diferencia grave de que yo, sobre esa base sentimental y moralista, tengo una coraza de actitud bélica, irónica, agresiva y retadora. Y posiblemente una ambición narcisista desmedida, que tal vez me hace ciego a mis límites.

El resultado final, en estos mis casi 70 años, es que me encuentro en una encrucijada con serias dudas sobre mi modo de ser. Soy bueno, pero a la vez armado con una enorme ambición de conquista o venganza. O con una insaciable voluntad de justicia y de lucha, no sé.

En el fondo, hay también un considerable cambio de escenario: la desaparición de la enseñanza y el paso de la escritura a primer plano (con su destino dudoso); la «emancipación» de mi hija, que era un referente seguro de contraste, y el matrimonio con J., quien tal vez me «recuerda» demasiado a mí; la necesidad de reinventarse la vida, también económicamente; el nuevo escenario de Santiago. Etcétera. No, no estoy pasando una temporada fácil.

A veces no estoy nada contento con mi modo de ser -tan arrogante- y tu libro, con cierta dosis de envidia por mi parte, me lo ha recordado.

Te deseo lo mejor con él. Creo que deberías ver, si no las has visto ya, las películas MrNobody (J. van Dormael) y la más reciente Boyhood (R. Linklater). Quizá te sirvan en ese reflexión sobre el crecimiento de los humanos.

Un abrazo muy fuerte y hasta pronto,

Ignacio

Santiago, 9 de junio de 2022