Estimado A.,

Llevo diez escasos días en el centro con, digamos, 130 alumnos nuevos de bachillerato, y 90 de la ESO. En total, unos cuantos, y con una materia profundamente analógica (filosofía y valores éticos). La verdad, mi preocupación ahora no es el Blinklearning, ni ningún tipo de educación o aprendizaje a distancia. Es más, achaco a las distancias siderales que ha impuesto la tecnología numérica unas dificultades añadidas de explicación y escucha, de encuentro real entre alumnos y profesor (por no hablar de la degradación de la ortografía), que cada año encuentro más acusadas. Posiblemente soy un reaccionario, pero lo que siento es una acuciante dificultad de comunicación in situ. Esas 220 caras abstractas y yo nos estamos conociendo y midiendo, palmo a palmo.

Tengo un correo estupendo que por ahora no pienso usar, ni ese ni ninguno. No sé lo que es el learning a través del blink. Mi obsesión es otra. Esto volcado en conocer a mis alumnos (no he conseguido ni las fotos: ¿un problema tecnológico?) y en lograr un encuentro analógico día a día, siempre con más de cien alumnos.

No acabo de entender qué pinta la tecnología en estas urgencias reales, aparte de una dificultad añadida. Por ejemplo, en mis dos Primeros de la Eso, las famosas tablets son por lo pronto una fuente constante de distracción, de frivolidad y abandono de las tareas escolares.

Dejadme por favor que me haga con los cursos, en este centro tan clásico, y ya pensaré más tarde en las conexiones a distancia. ¿Es mucho pedir? Mientras tanto, no estaría nada mal que una persona, no una máquina, me intentase ayudar con un Primero de la ESO «mutante» (Dios les bendiga) que tengo a última hora del jueves y viernes. La sesión del viernes es sencillamente inolvidable. ¿Se nos puede ocurrir alguna tecnología, además de una paciencia y un humor infinitos, que me ayude en ese encuentro con jóvenes bastante «especiales» de carne y hueso?

En cuanto resuelva o encare esa urgencia real, con personas, intentaré entender qué se me pide además en el campo de esos cien espectros virtuales que están de moda.

Pero lo mejor sería conocerse en persona, A., analógicamente. Gracias mientras tanto por tu paciencia y un saludo muy cordial, también analógico.

Madrid, 27 de septiembre de 2017