La película y el debate sobre Los Olvidados fue la penúltima sesión del taller «El vértigo de tener un cuerpo», impartido por Jazmín Rincón e Ignacio Castro.

Los olvidados, de Luis Buñuel

Esta película de Luis Buñuel, de 1950, pasa por ser la primera gran obra de su etapa mexicana. En este «cine de la crueldad» Buñuel no tiene piedad, igual que tantas veces, bocetando el lado más oscuro y triste de la condición humana. Y para ello escoge el cuerpo de los más débiles, apenas llegados a la adolescencia. Con una mezcla de neorrealismo y surrealismo, es tal vez de lo mejor que se ha hecho sobre el universalmente maltratado cuerpo de la infancia en nuestras grandes urbes.

 

  1. La película comienza con un edificante discurso social cargado de buenas intenciones y enmarcando la crudeza de estos barrios de la capital mexicana en una panorámica mundial. Pero esto no rebajó el nivel del escándalo. En su  primer estreno, Losolvidados duró cuatro días en cartelera y muchos intelectuales mexicanos pidieron la expulsión de Buñuel del país, sin que faltasen incluso intentos de agresión física. El sainete no quedó ahí, gracias a las eternas ironías de la historia. Después de que Cannes la premiara, compitiendo con otros gigantes de la cinematografía -De Sica, Mankiewicz-, México la terminó acogiendo con orgullo y la película fue reestrenada, con éxito prolongado en las carteleras. La propia crueldad de la historia que nos cuenta Buñuel parece duplicarse en la tragicomedia de la misma cinta.

 

  1. MecheOjitosPelón, el JaiboCacarizo… Los diminutivos y apodos remarcan el carácter entrañable de los protagonistas, aunque sean mortalmente peligrosos. Imposible para el espectador idealizar en esta película la infancia, la juventud, la pobreza, la vejez, la maternidad… Buñuel no deja rostro sin demonio. El ciego es a la vez lujurioso, desconfiado, avaro, chivato. Alto, atractivo y descarado, Jaibo encarna el cuerpo desgarbado del delito, criado a base de abandono paterno y de golpes de correccional. Don Carmelo encarna la inteligencia y el odio reaccionario de todos los tullidos, con buenas relaciones con la policía. Ojitos ha sido abandonado por su padre en una esquina: «Ocurre todos los días», lo intenta consolar el viejo y músico don Carmelo. Producto de una violación, está también el ángel caído Pedro y su atractiva madre. La guapa adolescente Meche que todos desean, Julián, Cacarizo y un sinfín de personajes secundarios que componen una ópera tétrica sobre la crueldad humana. También sobre el martirio de los inocentes.

 

  1. En Losolvidados destaca la fotografía poética de Figueroa, la música obsesiva de Halffter. Este fondo de lujo se pone al servicio de una historia de infelicidad donde ningún cuerpo sale indemne y las buenas intenciones -el director del correccional, el arrepentimiento final de la implacable madre de Pedro- son impotentes para contener el tormento. El hambre acosa a todos los niños, a todos los mayores que los rodean. El hambre y la crueldad del abandono en un barrio olvidado de la mano de Dios. Y del Estado, que solo aparece con sus correajes para buscar a los sospechosos.

 

  1. Fue tal el escándalo de esta crudeza realista que el propio Buñuel, consciente del retrato despiadado que había hecho de los bajos fondos mexicanos, preparó un final alternativo más dulce. Pero lo que vemos es la versión original. Y pocas veces el cuerpo de los niños ha sido traído a escena de una manera más cruda. La atmósfera onírica y surreal que a veces tiñe el film -en la pesadilla de Pedro, en la muerte final de Jaibo- no alivian la crueldad del realismo, más bien la colorean y remarcan. También los sueños son impotentes para escapar del cuerpo del hambre y del delito. La escena de los golpes y el robo al indefenso tullido, hombre-tronco que atraviesa la calle en su carrito, es casi hilarante.

 

  1. Hay otro tema que no podía faltar en este acercamiento a los cuerpos mortales por parte del provocador y desvergonzado Buñuel. La lujuria no falta para profanar lo poco de limpieza que quedase. La escena de las piernas blancas de Meche echándose leche encima para cuidarse la piel podrían fácilmente ser censurada hoy en día. Igualmente, cuando don Carmelo hace sentar a la adolescente en sus rodillas. O cuando un burgués pedófilo intenta comprar los favores sexuales de Pedro, sin que él se de cuenta. El atrevimiento de Jaibo, intimando carnalmente con la madre del ángel caído Pedro, abandonado hasta por ella, pone el broche tétrico en esta historia.

 

  1. Todo está subrayado con secuencias oníricas, con la extraña y constante presencia de las gallinas, con la rítmica repetición de brazos que se alzan cada diez minutos para golpear y matar con saña. Esta tremenda visión del mundo remata en la doble muerte sobreimpresionada: Pedro en un basurero, Jaibo en un solar abandonado. Sobre la imagen surreal de Jaibo, un perro se acerca a cámara lenta. Ni el bien ni el mal escapan a la muerte, constata trágicamente la película, al menos en las condiciones sociales que denuncia. Su valor cinematográfico se mezcla con múltiples sugerencias subterráneas que, unidas a la trama contundente y brutal, crean un efecto de catarsis. El cuerpo atormentado de la pobreza no parece aspirar siquiera a un cielo de lágrimas.