Estimado M.,

Su correo es tan conmovedor como sus libros, de los cuales mi mujer Jazmín y yo somos hace tiempo devotos. Gracias por la prontitud de su respuesta, por estas palabras sentidas, sopesadas, llenas de iluminaciones y de una amarga ironía. Gracias de verdad.

Por si su correo deja traslucir un tono de desánimo, que no estoy seguro, le envío un párrafo reciente de otra entrevista mía. A pesar de que uno tiende siempre al Apocalipsis, aquí me abro a un ¿Quién sabe? que también Freud pronunció, y al parecer en español.

«¿Se puede dar algún cambio importante en este panorama de servidumbre interactiva? No parece fácil, pero quién sabe. La gente vive como hechizada, inmersa en una especie de automatismo anímico, pero a la vez podría estar aguardando algo. Lo cierto es que hoy en día apenas conocemos a los vecinos, así que mejor preservar un fondo de duda optimista».

Sepa que en España hay mucha gente que le quiere y le admira, cautivada por su coraje intelectual y la orfebrería de sus frases. Tenga por seguro que en sus combates también encuentro mi paz. Un fuerte abrazo desde el otro lado del océano,

Ignacio Castro

Santiago, 18 de mayo de 2022