Hola, A.,

Cierto, necesitamos la analogía de la hoja en blanco con manchas oscuras. Horizonte y figuras, claros y sombras. Y algo que pese, que huela, para que la percepción, la lectura y el pensamiento sean algo más que combinaciones de palabras, ese “compartir” que tanto nos neutraliza. Me encanta que suscribas mis aullidos, que en realidad quisieron filtrarse con ironía y análisis un poco más frío.

Llámame en Navidades, por favor, aunque el rasgado diciembre lo pasaré probablemente en Galicia. Mi madre murió en mayo, otro evento analógico (¿de qué es analógica la muerte, del misterio de todo lo vivo?), y mi familia, siete hermanas muy distintas, no están sobradas de atención y cuidados. Ni yo tampoco, dicho sea de paso.

Me encanta también que me recuerdes en sitios que no conozco. No, no he visto De profundis, Tampoco La vida de Adèle, que me han asegurado que vale la pena.

No, no me enfureceré mucho. Pensaré en ti y seguiré tejiendo una mezcla de cólera y alegría pueril.

Besos y hasta pronto,

Madrid, 29 de noviembre de 2013