Tranquilo, Q., comprendo la situación y que no es fácil que te acerques a Pontevedra a la presentación de Pontes co diaño. ¿Puedes sin embargo difundir la convocatoria en tus medios? Ya sabes lo difícil que lo tiene la presencia real, de un libro además oscuro, bajo el totalitarismo digital… eso que Han llama el «terrorismo de la inmanencia».

Aparte de esto, lo de Madrid tiene gracia. Bastante. Y quizás debo ser un poco narcisista para aguantarlo. Para muchos profesores no pertenezco ni a la tribu deleuziana, ni a la heideggeriana, ni a la nietzscheana. ¿A la tribu de los sin tribu? Tampoco, al parecer. En todo caso, nadie echa de menos a un desconocido.

 

¿A la filosofía medieval? No, no creo, probablemente soy demasiado agambiano o tiqqunesco para ese perfil. Realmente, he logrado una filigrana ontológica original, con pocos precedentes. Menos mal que mi madre, desde el más allá, me sigue queriendo.

Siempre he dicho, a todo esto, que el caciquismo rural gallego es una coña comparado con el caciquismo cultural madrileño. A mi pesar, no me extraña tanto que los catalanes quieran irse. Paciencia, que no es gerundio.

Abrazos,

Ignacio

Madrid, 1 de noviembre de 2015