Juntar a Proust con Nietzsche, a un homosexual con un adolescente rebelde, a un abuelo beatnick con una honesta madre sesentaiochista, puede parecer un punto de partida demasiado fácil, un tanto excéntrico para después pretender una crítica despiadada de nuestra querida America. Lo cierto es que, aun con ese punto de partida, Little Miss Sunshine es una película llena de matices. Lo cual no está del todo mal en esta época colonizada por el «blanco y negro» de la información, cara visible de la lógica binaria que dirige desde abajo la complejidad informática.
ignaciocastrorey.com usa cookies, tanto propias como de terceros para realizar distintas finalidades mostradas en la configuración, ubicada en nuestra política de cookies. Con las cookies de terceros podemos compartir información sobre el uso que haga del sitio web con nuestros partners de redes sociales, publicidad o análisis web, quienes pueden combinarla con otra información que les haya proporcionado o que hayan recopilado a partir del uso que haya hecho de sus servicios. Siempre podrá rechazar las cookies o configurarlas a su medida. Más información: Política de cookies