Querido T., te envío seis frases. Tú escoges tres, por favor. Mil gracias:

1 Sería propio del varón una tendencia a pensar en términos no normativos, la tentación de transgredir ocasionalmente las normas que los propios varones han dictado para la colectividad.

2 ¿Es el afán primario de aventura lo primero que el espíritu del capitalismo ha laminado? Muchas tragedias y comedias viriles, algunos heroísmos y suicidios, podrían explicarse por el ensueño masculino de vivir por encima de las posibilidades que dicta el mero cálculo económico.

3 Un frustrado ensueño de exterior explicaría también por qué la virilidad está en crisis, quizá como no lo está la feminidad.

4 La épica masculina, por factores casi preontológicos, tiende a la brusquedad de una salida de tono, a la pulsión de un riesgo exterior. El choque con la policía social de la democracia posmoderna está servido, sobre todo en los países que más han entrado en un correcto capitalismo avanzado.

5 No hay por qué ocultarnos el peso de lo que se podría llamar histeria masculina, esa enfermedad varonil de la trascendencia. Y esto ante todo en los «mejores» hombres, en aquellos que aún sostienen la generosidad de la lucha y de una entrega a los demás.

6 La capacidad para lo trágico del no, para lo duro de un «no es no»; también para no ser modernos e interrumpir el flujo social, sería otra de las potenciales características del varón que se resiste a deconstruirse.

Madrid, 27 de octubre de 2020