Isabel Coixet es extremadamente inteligente y apunta desde el principio a un selecto éxito, que podemos asegurar que, tal vez no sólo en Europa, no será pequeño. Por otra parte, esto nos libra de toda prudencia, de tener que defender algo que pueda estar en peligro. Y no es que la película sea mala, todo lo contrario. Uno se puede tomar precisamente ciertas libertades porque es ambiciosa, está muy bien hecha y vale la pena ir a verla. No sólo por salir de casa, ver a los amigos y asistir al ritual un poco anacrónico del cine, que no es poco.

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