Querido Teixo maior,

Me alegra que andes mejor, que eso (que se veía venir) se esté encajando… Paso al tema de hoy. Muy, pero que muy distinto a mi anterior ÉticaLluvia oblicua, como supondrás, va de otra cosa muy distinta a la ciencia. Aunque jamás, tengo que decirlo con alegría, hice tantas incursiones en la ciencia, sobre todo Física y Matemáticas.

Con respecto a la Evolución, un tema recurrente en mí, ya está escrito algo en el libro. Pero debería decir más. Te usaré como ensayo. Aunque parezca muy seguro, no lo estoy en los detalles. Por favor, ayúdame. Ahí voy, sin mucho orden:

-La vida común, la tuya y la mía, la de mi gato, no sabe nada de evolución. Tampoco de teorías (y yo las adoro, a todas). Vivo, meo, pienso, amo, odio, como, duermo, cago, muero todos los días… Igual que hace 10000 años, igual que mi gato (si lo tuviese). La Teoría de la Evolución, más incluso que otras teorías, es algo (hablo más de su efecto cultural) de cierta elite de intelectuales… que no siempre están en la tierra. Parece otra creencia más, que se ha convertido en vulgata (como en su momento el marxismo), dentro de las miles que ha habido.

-Pero curiosamente, a diferencia del cristianismo o el islam, una teoría y creencia propia una pequeña secta: ¿cien, doscientos millones de personas que «cortan el bacalao» en veinte países avanzados? Curioso. La teoría de la evolución ha triunfado entre una selecta minoría que odia la Tierra, que le da asco y nunca la pisa… aunque sean ecologistas. Viven en rascacielos y grandes urbes; viajan en coches caros con aire climatizado; hacen turismo de hotel en hotel, de metrópoli en metrópoli… Y sobre todo, siente temor (por no decir repulsión) ante la masa parda de una humanidad pobre, miserable, peligrosa.

-Los laicos «evolucionistas» dicen leer a Paulo Coelho, a Reverte, Hariri y Peterson. Etcétera. Pocas veces a Celan, Heidegger, Lispector o Handke, creo: nombres que les permitirían volver. Pero no quieren volver; quieren irse, despegar, evolucionarsepararse. ¿En su recepción media, es otra cosa nuestra sagrada Teoría de la Evolución que un refuerzo de nuestra voluntad de separación? La recepción media, con su moraleja, es ésta: dejamos atrás a los reptiles, a los primates, a los monos superiores… ¿No debemos seguir dejando atrás a los habitantes de la tierra que se parecen todavía a ellos?: bolivianos, venezolanos, rusos, iraquíes, etc. Hasta Maduro (aunque sea un inmoral, incluso un delincuente) puede tener algo de razón en este punto, al cabrearse: «Trump y la UE están tratando con sudacas de mierda». ¿No hay algo de cierto en esto? No me digas que esa grandiosa Teoría, tal como está el mundo, no ha contribuido a reforzar nuestra racismo teórico. Cosa que, en principio, no hizo la Stoa ni el cristianismo. Lo sé, tal vez no es culpa de Darwin.

-Pero me acuerdo de una frase de Jordan B. Peterson: «La ideología es una forma parasitaria de la religión y carece de la exhaustividad de los sistemas religiosos bien desarrollados». ¿No se ha aliado demasiado fácilmente la teoría de la evolución con la ideología que nos conviene, no encaja demasiado bien? Las religiones del Libro, y las otras, sembraron comunidad. Darwin, o sus herederos, parecen haber sembrado lo contrario: competencia feroz y división. Ya sé que mezclo cosas (pero mi libro establece relaciones).

-La inmensa mayoría de los habitantes de la tierra no saben que existe el premio Nobel ni saben quiénes son unos marcianos llamados Obama, Bill Gates o Ray Kurzweil: estoy con ellos, lo siento, con esa humanidad «bárbara» y un poco atrasada. Todos los pueblos que habitan la tierra, una enorme mayoría de mexicanos y peruanos, de chinos y rusos, de musulmanes y judíos, creen que venimos de los dioses. Superstición de atrasados, seguro: pero pisan la suciedad de la tierra. Ya sabemos que la Razón es una cosa de elegidos.

-¿Por qué los monos, los reptiles o los peces invertebrados van a ser nuestros Antecesores? No sé Darwin, pero la recepción cultural de la Evolución se limita a desperdigar en el tiempo lineal, en una breve fracción de millones de años, la vieja pregunta ontoteológica acerca de qué somos, de cuál es la esencia permanente del Hombre, eso que Arendt llamaba condición humana.

-Es como si la Evolución aplazara la pregunta de siempre (¿Qué es el Hombre?), entendiendo el origen de una manera típicamente cronológica, como una mera cuestión evolutiva y temporal, sin ir a la raíz. Pregunta ontológica que comprendo que no es científica: pero la evolución enseguida se metió en una metafísica. Un «anti-creacionismo» que además se pierde en tiempos y eras remotas, indemostrables, muy especulativas. En los últimos veinte años hemos oído de todo, por boca de la ciencia, acerca de los dinosaurios, distintas etapas de la tierra y la evolución de las diversas especies de Homo. Ya, las investigaciones avanzan y cambian: ¿no refuerza la sospecha de que así se facilita la tarea moderna de una ciencia que se mete en terrenos filosóficos, periodísticos y de entretenimiento?

-Es imposible, al menos hoy, separar la ciencia, ya no digo de la Empresa, de la Economía y el Estado. Si no, peor todavía, del espectáculo, la cultura del entretenimiento y el negocio de una información estructuralmente escabrosa (Good news, no news). ¿Se puede separar actualmente las derivaciones evolucionistas de toda esa basura? Tengo mis dudas.

-Somos. ¿Hijos de qué? Si hay que remontarse a células originarias, a bacterias, ya no digamos a un Big Bang sin testigos, la ciencia se acerca a cualquier cosa y estamos otra vez en el círculo vicioso de siempre. ¿Huevo o gallina?

-Ni una cosa ni otra. «Venimos» de algo muy inferior a todo eso: del gran, por llamarle de algún modo, agujero negro del universo. Venimos de un común fondo sombrío, un ser mudo anterior a todas las criaturas conocidas. Si esta sombra está viva, se parece al trasfondo religioso de todas las culturas, al dios impersonal que está detrás de nuestro Dios personal. Los evangelios y muchos modernos judeocristianos (ejemplarmente, Simone Weil) tienen preciosas incursiones en la metafísica de nuestro origen biológico.

-La pregunta por el origen de la Vida, lo siento, no la puede responder la ciencia. Puede abarcar solamente aspectos muy parciales, en ramos de tiempo acotados. Desde Platón, muchos otros antes de Nietzsche se rompieron la cabeza. Todos ellos trataron con una X o Agujero Negro que Darwin y la Evolución parecen esquivar.

-Por si todo esto fuera poco, resulta que los productos más avanzados de nuestra cultura evolucionista son casi siempre «involucionistas». Resulta que los poemas de Pessoa, las novelas de Walser y Lispector, los cuadros de Twombly y las partituras de Cage recuerdan mucho al primer rumor del universo. Como si no parasen de darle vueltas a ese agujero negro, muy anterior a los reptiles y a los invertebrados. A. Watts (en OM. La sílaba sagrada) dice cosas preciosas sobre nuestro parentesco con los minerales, por ejemplo: «Allí donde solo parece haber piedras, cuidado, no son solo piedras…».

-Heráclito, hace ya unos años, expresó una viejísima investigación sobre nuestro origen así: Cambiando descansa. Es de suponer que nadie tiene la culpa, tampoco la Teoría de la Evolución, de que hoy no se entienda nada de esa frase emblemática de una cultura muy superior a la nuestra. ¿Superior por qué? Porque no quería evolucionar. Pero claro, no era moderna, ni industrial; ni era inglesa.

-R., con razón, me dice algo así como que «entre las primeras bacterias y Lope de Vega debió de ocurrir algo». La pregunta es, la recojo en el libro: ¿ese algo no está ya en las primeras bacterias? En paralelo a esto me gustaría conocer las implicaciones de esa preciosa frase de Haeckel según la cual la ontogénesis, la historia de cada individuo, repite la larga andadura de la filogénesis, la evolución de su especie.

-A nivel medio, la ideología de la evolución (esa feroz lucha por la supervivencia y selección terrenal de los mejores) choca con lo que hoy sabemos, y siempre henos sabido (también en la Edad Media, también en el campo gallego) del mundo animal. Dejemos de lado la hermandad franciscana, presente incluso en la encíclica del Papa Francisco, Laudatio si, todo el tema de la empatía animal en Frans de Waal. Etcétera.

-Para terminar. ¿Es ajena , en sí misma, la teoría de la Evolución al uso perverso que se hace de ella en los medios, en nuestra ideología media?: a) Justificar sistemáticamente a los que triunfan, como si los otros fueran unos perdedores que se lo han ganado a pulso: no han luchado lo suficiente; b) Explicar el mundo humano (sobre soto su modelo imperial, angloamericano) por una analogía grosera con la competencia feroz del mundo animal. Esto, este capitalismo animal, presente incluso en los programas actuales que triunfan en Youtube; c) El campo de batalla ampliado de todos contra todos: ¿no se parece a las teorías hobbesianas? La sociedad ha de armarse para humanos que son unas bestias.

En fin, perdona el desorden y las prisas. Me encantaría que mañana pudieras decirme algo a estas apresuradas líneas, aunque ya sé que es un abuso más por mi parte.

Apertas,

Ignacio

«No soy nada. Nunca seré nada. Dicho esto, tengo en mí todos los sueños del mundo». Álvaro de campos: Estanco.

Madrid, 9 de febrero de 2019