Queridos amigos, hace aproximadamente un mes, os envié un texto de Agamben, «El ocaso de Occidente» (ABC, 30/7/2024), que comenzaba de esta forma: «Para quienes saben leer con cierta lucidez los signos de los tiempos, es evidente que estamos viviendo el fin de la cultura que, para abreviar, podríamos llamar Occidente. Sin necesidad de recurrir a profetas como Spengler que lo anunciaron hace ya más de un siglo, también un historiador inteligente como Emmanuel Todd, a través de un análisis detallado del declive demográfico, de las estructuras familiares, de la desaparición de la religión y del triunfo del nihilismo en todos los aspectos de la vida social, nos obliga en un libro reciente (La derrota de Occidente, ed. Akal, 2024) a enfrentarnos a lo que él llama la derrota y la autodestrucción de la cultura occidental. Sin embargo, como cualquier diagnóstico apocalíptico, este tampoco sirve de nada si no somos capaces de comprender lo que significa vivir el fin de una cultura. El fin de una cultura, en efecto, no es un acontecimiento puntual que pueda fijarse como un hecho cronológico. Es más bien un proceso continuo que, en un momento dado, llega a una crisis, término al que conviene devolver su significado original de «juicio». ‘Krisis’ –palabra procedente de la medicina griega, en la que designaba el momento en que el médico debe decidir si el paciente morirá o sobrevivirá– significa a la vez «juicio» y «separación» y vivir el fin de Occidente significa que también nosotros estamos hoy llamados a juzgar y separar –como en realidad deberíamos haber hecho en cada instante– lo que está muerto y lo que está vivo, lo verdadero y lo falso que hay en nosotros y a nuestro alrededor».
Movido por la curiosidad, busqué inmediatamente el libro de Todd, sobre el cual reina hoy, meses después de su publicación, una especie de cortina de silencio. Enseguida me quedé estupefacto. Es tal el caudal de pensamiento e información anómalos que se vierten en La derrota de Occidente sobre nuestro pequeño mundo «global», ya desde las primeras páginas que aquí os facilito (cortesía de la editorial Akal), que casi no se entiende cómo el libro no ha sido prohibido. Tal vez porque eso llamaría la atención sobre su contenido: recordad la publicidad involuntaria que la torpeza del Estado francés hizo de La insurrección que viene. Aunque en este caso hay una diferencia inquietante. Todd no es en absoluto un «radical antisistema», sino un maduro historiador que es parte integral de la cultura francesa.
A pesar de que no vivimos tiempos de lectura, donde los libros pinten mucho, La derrota de Occidente me parece un objeto maravillosamente peligroso, pues nos obliga a un cambio de 180º en la percepción de lo que la derecha y la izquierda considera obvio en nuestro entorno geopolítico. Sobra decir que el libro de Todd exige una «lectura crítica»: es crítica en estado puro, esto es, nada que ver con lo que hace a diario el neoliberalismo imperante y una izquierda, en general, tan complaciente con él.
Como nos recuerda Agamben, el libro de Todd no busca aumentar nuestro nihilismo escéptico, sino darnos armas intelectuales para combatirlo. Me pregunté enseguida si Akal permiría publicar las «Diez sorpresas» iniciales de la Introducción, poco más o menos seis páginas. Aquí van. Argumenté la petición ante Akal con el siguiente argumento: por elocuente que sean las reseñas que se puedan hacer en un futuro inmediato, necesitamos esas pocas páginas para contribuir a que nuestros amigos y lectores nos crean.
Vosotros tenéis la palabra. Gracias por vuestra paciencia y curiosidad. Hasta pronto,
Ignacio Castro