Cambio de ritmo

Querido J.,

Esta mañana estuve repasando con cierta calma En espera: penoso. Excelente materia prima, puede ser, pero casi siempre patético en la forma. No sé cómo se me ha consentido llegar hasta aquí. A veces pienso que la gente, incluidos los amigos, por temor a mi «carácter» o por pena, me ocultan todo lo que no se me entiende, lo que exagero, la rapidez con la que mezclo, lo injusto que soy. Dentro, claro, de eventuales brotes de «genialidad» que siempre han sido mi disculpa. La excepción como ley, el genio -y la autoconvicción- como coartada.

Es igual, nunca es tarde para cambiar. Hace poco una amiga me dijo que le había gustado la entrevista sobre Dios porque al fin hablaba para los otros. Como creo que sospechas, yo también necesito una transformación tonal, una nueva partitura sonora que deje atrás mis drogas habituales: el narcisismo, el sexo y las conquistas, la cultura encriptada, la queja, el purismo radical, la crítica apocalíptica, el rencor, el espectáculo anti-sistema… Etcétera.

En definitiva, necesito abandonar las coartadas para dejar de una vez la aristocrática montaña y bajar al llano más común. Renunciar a la pulcritud para mezclarse. Si una supuesta originalidad no resiste ese peligroso giro, sencillamente no merece seguir.

Aquí me tienes entonces, a las puertas de otra transformación. Necesito dejar atrás el enfrentamiento para pasar a la infiltración, sin temor a disolverme en ninguna humanidad ordinaria. No más sectas ni elitismo. Basta ya de buscar opciones de culto que nos salven de la vulgaridad. Porque además, curiosamente, se me ha dicho varias veces que soy uno en la presencia real, incluso con su sentido del amor y del humor, y otro que se transfigura en la escritura. Como si los libros que amamos -sean de Nietzsche, de Rilke o de Lispector- fueran otra cosa que actas de vida, de laberinto común y extraterrestre que es vivir.

Leer más

El verano ahí

Querido J.,

Ha sido un placer conocerte. Algo muy bueno debe tener en su alma R. para que tenga amigos así. Que sepas que me pareciste un «santo varón» y en muchos sentidos no querría por nada del mundo que cambiases, en nada. Aparte de tus planes, que sepas también que tienes una casa en Galicia, en una especie de Selva Negra que tardarías mucho, mucho tiempo en olvidar.

Me hace mucha ilusión que tu verano americano esté acompañado por Sexo y silencio. Espero que el libro esté a la altura de la imagen que puedas tener de mí después de aquella divertidísima comida madrileña en los aledaños de la Feria.

Sí, ya hubo alusiones indirectas en esa comida fabulosa a lo cambiante y difícil de tu actual estado de ánimo. Has de saber que en esas dudas vitales estás muy bien acompañado, también por el estado «crucial» (cuántas veces habré dicho esto) por el que yo mismo estoy pasando. No sé si me paso de romántico, pero pocos «manuales de heteroayuda» puede haber más eficaces y valientes que Cartas a un joven poeta, de R. M. Rilke. Todas las preguntas duras que en toda mi puta vida me he hecho están ahí, maravillosamente visitadas. Marilyn llegó a decir, en una entrevista poco conocida, «hasta que no leí ese libro pensé que estaba loca».

Deseo que tu covid sea leve. Y que tu verano sea largo, sinuoso y con frutos. Pocos, pero también cruciales.

Un abrazo muy fuerte y hasta pronto,

Ignacio

Santiago, 12 de junio de 2022

Tu libro y una confesión

Querido J.,

He corregido casi de un tirón tu libro. Como he estado muy atento a las tildes, a las posibles erratas, a los puntos y las comas, necesitaría otra lectura pormenorizada para decirte algo más preciso de su contenido, que me gustó. Quizá cuando ya esté publicado.

En general, faltaban puntos y sobraban muchas comas (en frases subordinadas muy largas). He retirado los guiones que dividían palabras, he puesto muchas tildes, etc. Míralo así, a ver cómo lo ves.

Alguna observación más. En algunos momentos -por ejemplo, cuando hablas del «top»- te nombras en femenino, pero en general te nombras en masculino. Mira eso. Cuando pones que tus padres «aciertan», o que debían «acertar», entendí que casi siempre era «aceptar» y lo cambié. Repásalo también.

Tu libro me gustó, es elemental, «antiguo» y moralista. Como yo. Me ha venido bien, de nuevo, descender a esta sencillez que, al menos en la escritura, está muy lejos de mi alcance y yo tendría que conquistar. Tu libro es a veces naïf, a veces sentimental, a veces obvio, personal o ingenuo. Pero todo ello está muy bien así, es muy auténtico, y no lo he tocado en nada. Incluso las obviedades están bien y es bueno que alguien nos las recuerde.

Yo soy igual que tú, tal vez por eso corregí tus libros: humanista, con la voluntad constante de ayudar y ser bueno… Pero con la diferencia grave de que yo, sobre esa base sentimental y moralista, tengo una coraza de actitud bélica, irónica, agresiva y retadora. Y posiblemente una ambición narcisista desmedida, que tal vez me hace ciego a mis límites.

El resultado final, en estos mis casi 70 años, es que me encuentro en una encrucijada con serias dudas sobre mi modo de ser. Soy bueno, pero a la vez armado con una enorme ambición de conquista o venganza. O con una insaciable voluntad de justicia y de lucha, no sé.

En el fondo, hay también un considerable cambio de escenario: la desaparición de la enseñanza y el paso de la escritura a primer plano (con su destino dudoso); la «emancipación» de mi hija, que era un referente seguro de contraste, y el matrimonio con J., quien tal vez me «recuerda» demasiado a mí; la necesidad de reinventarse la vida, también económicamente; el nuevo escenario de Santiago. Etcétera. No, no estoy pasando una temporada fácil.

A veces no estoy nada contento con mi modo de ser -tan arrogante- y tu libro, con cierta dosis de envidia por mi parte, me lo ha recordado.

Te deseo lo mejor con él. Creo que deberías ver, si no las has visto ya, las películas MrNobody (J. van Dormael) y la más reciente Boyhood (R. Linklater). Quizá te sirvan en ese reflexión sobre el crecimiento de los humanos.

Un abrazo muy fuerte y hasta pronto,

Ignacio

Santiago, 9 de junio de 2022

Ordalías estivales

Querido Á.,

No estoy de maravilla, pero «estoy», que al parecer no es poco. Me alegra mucho que siga encontrando en mis libros una fuente de inspiración para la mezcla cuidadosa de paz y combate que necesitamos en los años venideros.

Cómo vivir. Uf. Creí que tenía esa cuestión elemental resuelta… pero no, la vida sigue dando vueltas insospechadas.

Me alegra que usted, también con mis libros, vea señales en el camino. Murcia es una tierra maravillosa. Seguro que algún día nos encontramos bajo esa luz radiante, tan distinta a la que estamos habituados los que vivimos en el Noroeste.

Es posible que este mismo verano me acerque por ahí. En ese caso, se lo haría saber por si podemos encontrarnos. Si me facilita un teléfono sería más fácil localizarle.

Salude mientras tanto a nuestro común amigo. Un abrazo, Á., y hasta muy pronto,

Ignacio

Santiago, 7 de junio de 2022

El arte de las dosis

Estimado M.,

Me alegra mucho que mi texto le haya servido para su trabajo. No, no estamos del todo solos en el planeta de los fetiches ideológicos.

Tenemos además múltiples recursos ordinarios, que el sistema de lo general ni sospecha, para poder respirar bajo la costra totalizante que se ha impuesto. Efectivamente, como dice, el universo del deseo, las alegrías y el sufrimiento individuales sigue siendo ajeno al orden de los grandes mandatos políticos y a la ideología empoderada.

Usted practica el shotokan y yo los paseos por el campo, los vinos con los amigos y los recuerdos de pesca de truchas. Como diría un viejo conocido, es el mundo mismo el que se opone a la mundialización.

Sigo encontrando en los siete libros que tenemos de usted en nuestra casa una fuente constante de alivio e inspiración. Buscaré en su web nuevos destellos. Le envío mientras tanto una reciente entrevista que me hizo un joven escéptico. Tal vez encuentre una ironía agridulce no tan lejana a la suya.

Un abrazo muy fuerte desde España, M., y mis mejores deseos para la mezcla de paz y guerra que necesitamos en estos meses venideros,

Ignacio Castro

Santiago, 7 de junio de 2022